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Katsuki se sentó en el sofá con tranquilidad, sus ojos estaban fijos en la puerta principal y sus pequeñas piernas se movían de un lado al otro con impaciencia.

Durante sus cortos cinco años de vida, ya se había acostumbrado a sentarse en este lugar, esperando a los demás.

Mamá estaba dormida, y papá le daba miedo.

No se atrevía a ir con ninguno de los dos.

Afuera, estaba atardeciendo con lentitud, el sol se escondía mientras sus hermanos seguían afuera. Le habían prometido comer todos juntos, ya que hoy obtuvo su Quirk¹.

Su madre no parecía muy orgullosa...pero le dijo que estaba...aceptable.

Hizo un puchero, pensando que debería haber conseguido otro Quirk, tal vez su madre se sienta más feliz por eso.

Pero a Reji le gustó...por eso le prometió la pequeña fiesta².

Miró el reloj en la pared, levantándose cuando notó que era casi la hora de llegada, así que corrió en silencio para abrir la puerta con una sonrisa en su rostro.

Yohan le prohibió abrir la puerta cuando ellos no estaban, pero estaba muy emocionado!

Miró al lado derecho de la calle, donde sus seis hermanos mayores llegaban caminando, acaban de salir de la escuela y parece que fueron al mercado antes de volver a casa, pues Gogo, Hitori, Yohan y Reji tenían bolsas de comida en sus manos.

Mikuto caminaba mirando el cielo, mientras que Kimaru agarraba su mano, probablemente para que el rubio mayor no se perdiera o se quedara atrás.

-Oh, Kats!—El castaño mayor lo miró con sus ojos rubíes llenos de lagrimas, una sonrisa divertida se mostró en su rostro antes de soltar todas las cosas y correr hacia el menor con los brazos abiertos.

-Hitori! La comida, maldita sea!—Gogo frunció el ceño al ver el desastre que hizo el chico. Mikuto casi se tropieza con la comida en el suelo, pero Reji lo agarró antes de que se cayera de cara al suelo.

Hitori no le hizo caso, demasiado ocupado abrazando al pequeño cenizo, que se reía con felicidad por la muestra de afecto que el castaño le daba.

Hitori siempre fue el más afectuoso, por no decir empalagoso, de todos, y era algo que a Katsuki le gustaba mucho.

El afecto que no le daba su madre, se lo daba Hitori.

-Te extrañé tanto!—Las lagrimas bajaron por su rostro sin querer, cayendo en la mejilla del menor, que rápidamente sintió la gota extremadamente ardiente en su rostro—Compré muchas cosas para ti! Muchos juguetes, mañana podemos ir al parque! No tengo entrenamiento!—El chico de trece años habló como si su vida dependiera de ello, demasiado rápido, pero el cenizo no se le complicó entenderlo.

Hitori pasó de estar agachado para abrazar al niño, a cargar a Katsuki en sus brazos y apretarlo como si fuera un oso de felpa.

Ni siquiera lo soltó cuando el rubio con mechones castaños le pateó la pantorrilla con enojo.

-Deja de actuar como si el mocoso fuera a desaparecer en cualquier momento y agarra tu mierda!!—Gogo le gritó, pero Hitori le sacó la lengua con burla, entrando a la casa con Katsuki en sus brazos—No me ignores, maldita sea!!—

-Por qué la puerta está abierta? Pensé que la cerré...—Yohan murmuró y caminó a la cocina, dejando las compras en la mesa antes de quitarse su abrigo y doblarlo para colocarlo limpiamente en el sillón.

Muy diferente a Gogo, que lanzó su mochila al suelo sin cuidado alguno, y se quitó la gorra.

Este chico no podía soportar más de 20 minutos afuera sin no tenía una gorra y una chaqueta que le tapaba la mayor parte de su cuerpo, el sol le hacía mucho daño a su piel.

Brother [Katsuki Bakugo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora