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Bueno, el lugar era agradable, terminó molido luego de bajar tantas cajas y se arrepintió enormente de cargar con algunos de sus viejos muebles, por suerte el hombre mayor que cuidaba de la casa y aquella vaca a la cual recuerda por viejos dibujos...

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Bueno, el lugar era agradable, terminó molido luego de bajar tantas cajas y se arrepintió enormente de cargar con algunos de sus viejos muebles, por suerte el hombre mayor que cuidaba de la casa y aquella vaca a la cual recuerda por viejos dibujos del menor, le dijo que podía ponerlos en una habitación vacía, los chicos de las camionetas le dieron unas últimas palabras de lo felices que estaban de haberlo conocido y se fueron de regreso a la fría cuidad.

- joven Jason, le prepare una limonada.- El señor era un hombre viejo, era cortes y les ayudo con las habitaciones, los omegas habían decidido escaparse a conocer un poco el lugar mientras el bajaba las cosas.

- Gracias señor Alfred.- bebió la mitad del vaso cuando el alfa pelirojo le quito el vaso para terminar su bebida, después de soltar un suspiro de cansancio se dejó caer en su regazo.

- estoy muerto ¿como rayos soportaste tanto tiempo en este trabajo?- el hombre adulto desapareció por la puerta que conectaba a la cocina, ya había hablado antes con el por teléfono, para no llegar de imprevisto, el señor conocía parte de la razón de la mudanza y como era tan amigo de la abuela del menor dijo que podía ayudarlos una vez el cachorro naciera.

- pagaban muy bien y me ayudaba a quemar energía.- era un trabajo pesado, pero le dio lo suficiente para vivir junto con los otros omegas, los gastos de la escuela y esas cosas.- vamos a buscar a los chicos, están tardando demaciado.- hizo el intento de levantarse, pero el pelirrojo se hizo una bola viviente sobre el.

- Jay, bebé, relajate.- El pelirojo sabía la inquietud en el, no había sido una buena temporada, lo notaba nervioso y ansioso por lo que pasaba a su alrededor.- El amigable Alfred te dijo como 35 veces que este es un lugar tranquilo, aparte ese perro enorme está con ellos conociendo el terreno que le pertenece a la bolita de odio.- lo escucho bufar, así que intercambio los lugares, ahora el estaba sentado mientras mantenía al otro sobre su regazo.- estoy tan celoso de ver como órbitas alrededor de ellos, pero a la vez...- comenzó a repartir suabes caricias a las hebras azabaches, tratando de relajar el ambiente para el.- me siento tan complacido de ver como los defiendes, sin hablar de lo sexy que eres cuando estas peleando.- lo tenía, así que se la paso hablando de cosas que hacía su cara roja, ganándose suabes golpes en el estómago cada vez que el otro estaba en una mezcla de avergonzado y feliz, eso le daría tiempo a los omegas de seguir con su exploración, dejarlos vagar tranquilos esperaba que les diera confianza el lugar, era un terreno amplio, por lo que dijo el beta que vivía ahí, había unos pocos animales.

La vaca por la que habían comprado el lugar.

Un trío de guajolotes.

Un caballo, al que les advirtió no hacercarse mucho por lo salvaje que podía llegar a ser.

Y un gato ocasional que venía a tomar el sol en la entrada.

La lista había crecido con los dos perros que venían con ellos, pero Alfred dijo que lo tenía bajo control, le hizo una cita a ambos perros al veterinarios y luego cuando fuera dia de hacer las compras llevarían a los perros a vacunar.

Mi pequeña lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora