Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T3)

Infinito

MARIANA

Quería caer al suelo.

Pero mis pies congelados no lo permitieron.

Así que me tambaleé. Dando vueltas de incredulidad.

No podía creerlo.

No me lo creería.

No después de todo lo que habíamos pasado.

No después de todo lo que habíamos superado.

No con todo lo que nos quedaba por hacer en esta vida.

Kook no podía estar realmente muerto.

Mi mente simplemente no podía hacerse a la idea.

Pero mis ojos decían otra cosa.

También el aroma eléctrico de los relámpagos.

También lo hizo el sentimiento de vacío en el fondo de mi corazón.

Las lágrimas no salieron. Mis ojos estaban demasiado horrorizados para permitirlas.

Ritos de consternación se agolparon en mi garganta.

Mis labios colgaban abiertos, incapaces de emitirlos.

Las expresiones de horror del ejército petrificado se ahogaron mientras yo me hundía en los recovecos del abatimiento.

Sentí como si una parte de mí hubiera muerto.

Pero mi shock catatónico se rompió pronto cuando un dolor agudo sacudió todos los nervios de mi cuerpo.

Un gemido de intensa agonía resonó en el patio interior.

Era incontrolable.

Inevitable.

Mis venas y arterias ardían, como si se hubieran cortado y estuvieran desangrándose internamente.

Cada sinapsis de mi cerebro ardía como un fuego eléctrico.

Mi vida se destruyó en un instante.

Mis ganas de vivir, como las de Kook, se desvanecieron en una bocanada de humo sulfuroso.

—Ahota bien —dijo Jodie, mirando a la sala—, ¿habrá más héroes esta noche?

Todos los hombres negaron energéticamente con la cabeza. Mi tía los había asustado hasta la completa sumisión.

Excepto Anthony.

—¡Vete al infierno, bruja! —gritó. Dobló las rodillas y se abalanzó sobre el cuchillo que Kook había dejado caer en un único y fluido movimiento.

Lanzó el arma contra la tía Jodie. La hoja se clavó en su hombro.

Jodie gritó.

Los miembros de Vulpes gritaron al ver sufrir a su poderosa líder.

El dolor debe haberle hecho perder el control de sus poderes.