Una Apuesta Peligrosa

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MARIANA

Miré a mi alrededor en busca del origen de la voz, pero no vi a nadie.

Con precaución, seguí adelante.

Pronto apareció una gran luna en lo alto.

Mis ojos se dirigieron hacia arriba mientras giraba lentamente hacia mí.

De alguna manera, la luna parecía hacerse más pequeña a medida que se acercaba.

Y allí, recostado en un cráter que ocupaba una amplia zona de la superficie lunar, estaba Matheius.

Una sonrisa diabólica se extendía por su rostro arrugado. Sus cejas se arqueaban imperiosamente. El poder se le había subido a la cabeza.

—Debo admitirlo. Estoy sorprendido. Aunque no estoy seguro de si me impresiona más tu valor o tu estupidez. Y mira a tu cobarde amigo. Ni siquiera puede ponerse de pie para saludarme.

Lo miré directamente a los ojos, negándome a responder a sus mezquinas burlas.

—Sabes, por supuesto, que has sellado tu sentencia de muerte. Puede que seas descendiente de Selena, pero puedo despojarte de tus pobres poderes con un chasquido de dedos.

—¿Entonces por qué no lo haces? —le dije.

—Bueno, después de todo, somos prácticamente una familia teniendo en cuenta que mi creadora es tu antepasada. Yo diría que eso merece al menos una oportunidad. ¿No es así?

—Tu orgullo te ciega, Matheius —dije—. Oscurece tu visión de los verdaderos poderes que aún tienes que controlar.

Se burló de mí condescendientemente:

—¿Y qué poderes son esos?

—Amor.

—¿Amor? —dijo con una risita—. Tú, vástaga de la Diosa de la Luna, semidiós entre los humanos, vencedora de mi más hábil discípulo, as viajado hasta aquí para decirme que no entiendo el amor —sus fosas nasales se encendieron al levantarse de su trono lunar—. He visto el amor. Es una de las dos cosas: engaño o fantasía. ¡Nunca nada más!

—El mundo ha sido poco amable contigo —le dije—, pero no hay falta de amabilidad personal que refute la validez duraderas en sus formas más verdaderas. En las amistades. En las familias. En el romance.

Se acercó tanto que pude sentir el fuego de la venganza ardiendo e sus ojos.

—¡Empalagosa, niña del noviciado! —me gritó—. Es imposible que sepas todo lo que me han hecho. El amor que tu preciosa Diosa de a Luna utilizó para manipularme. Y luego me negó el amor que merezco.

—Tal vez eres tú quien es tan inmaduro para no darse cuenta de dónde habita aún el amor. Destruir el apareamiento no lo ha hecho. Destruir a Selena no lo ha hecho. No importa qué artimañas malignas pongas en el camino del amor, éste perdurará... Mucho más allá de lo que tú o yo podamos hacerlo.

Matheius dejó escapar una risa maníaca.

—Creo que no.

—Ya veremos.

Cerré los ojos y me senté con las piernas cruzadas en el suelo.

Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora