Falta Algo 🌶🌶🌶

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SELENA

Hacía frío.

No como el frescor de los cometas que pasan y que motean el cielo bajo mi gobierno, sino abrasador como el ojo de una supernova.

Cada abertura de mi cuerpo gritaba en la aridez del aire que me rodeaba.

Las auroras de verdes y carmesíes profundos que eran míos para saludar con el peso de cada hora se habían desvanecido en grises y negros confusos.

Esto no se parecía a mi querida Astria, pero había algo distantemente familiar en ella.

La esterilidad.

La inclemencia.

El... Dolor.

Eso fue lo que sentí.

Dolor.

Esa disonancia de sensaciones que no había sentido desde la última vez que había pisado el reino mortal... La Tierra.

Pero eso no pude ser.

Habían pasado milenios.

—Diosa mía, ¿qué te han hecho?

—¿Estás herida, ilustrísima?

Dos voces familiares resonaron en esta acuidad extranjera.

Me aferré a sus trémulos tenores e intenté recuperar la conciencia.

Me dolían las fibras de mi ser mientras avanzaba a tientas por el vacío. Después de lo que parecían ser mil millones de años, el mundo que me rodeaba comenzó a agudizarse.

Dos pares idénticos de ojos solícitos aparecieron, mirándome con alarma y conmoción.

El miedo se intensificó en la familiar inocencia de sus penetrantes tonos azulados.

¿Theodore e Isabelle?

La delicada blancura de los gemelos resplandecía en la oscuridad que los rodeaba.

—Mis... Mis hijos... —dije, tratando de estabilizar mi respiración—. ¿Qué... Qué los ha traído aquí, a Astria?

Los dos se miraron con temor.

—Diosa mía —dijo Isabelle con desconcierto—. No hemos venido a Astria.

—Tú... Has sido expulsada —añadió Theodore con gravedad.

Mi corazón se desplomó al volver a la memoria.

De repente me acordé de Matheius y de sus subterfugios.

Entonces me di cuenta de que era una realidad.

Había sido destronada.

Separada de mi divinidad.

Condenada a la mortalidad.

Mis ojos se desviaron sombríamente hacia el espacio que me rodeaba.

Las paredes de piedra ennegrecidas y cubiertas de moho parecían revelar la desesperación de mi alma.

Mi corazón se estremeció al volver a estar entre tanta suciedad, la antítesis de mi Edén; pasar de aquel jardín diseñado para mí a esto era una pesadilla.

Isabelle soltó un fuerte grito y retrocedió a los brazos de su hermano.

—¿Qué está pasando? —pregunté.

Pero no reconocí las palabras que salieron de mí.

La lengua me sabia mal, áspera y desagradable.

—¿Qué está pasando? —pregunté de nuevo, croando aún más que antes.

Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora