Capítulo 1

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Alex


Debe ser una maldita broma

Me había quedado dormida en mi pequeño escritorio rodeada de libros abiertos. Justo había apoyado la cabeza en uno de ellos y vi un pequeño charco de saliva, entré en pánico y me levanté tan rápido que me tropecé y me caí de una forma muy estúpida.

—Demonios —refunfuñé. Me dispuse a ver la hora y faltaban 5 minutos para que empiecen las clases. Solté un chillido y salí de mi habitación.

—¡Erika! —golpeé la puerta de su cuarto desesperada—. ¡Erika despierta! ¡Que llegamos tarde!

Escuché un ruido fuerte en su cuarto segundos antes de escuchar como quitaba el pestillo de la puerta. Si no estuviera tan apurada me hubiera reído.

Frente a mí había una Erika con el cabello rubio completamente desordenado y el maquillaje corrido por toda la cara. El ruido que sonó fue su cabeza ya que se la estaba frotando con una mueca adolorida.

—Me caí de la cama por tu culpa, loca —murmuró aún adormilada. Al parecer no se había dado cuenta de la hora—. ¿Por qué haces tanto escándalo? Siento que se me revienta la cabeza.

Le dedico una mirada de desaprobación antes de sujetarla por los hombros y agitarla para que se despierte completamente.

—Se nota que no te has fijado en la hora, tenemos menos de cinco minutos para irnos a la universidad —veo como su mueca adolorida se vuelve una de espanto.

—No me digas eso que me mato —soltó y salió de su cuarto tan rápido que me quedé quieta sin reaccionar, se metió en el baño y se encerró.

Me dirigí de nuevo a mi habitación para buscar una camiseta decente verde militar, un pantalón negro junto con mi ropa interior y también una toalla, me había dormido sin haberme bañado y apestaba. Fui directa a la puerta del baño para aporrearla con los puños.

—¡Erika, apúrate, deja tu rutina de skincare para otro momento! —le reclamé pero fue en vano.

Maldije en mis adentros y avancé hasta la pequeña cocina a buscar algo para comer. Me conformaba con un paquete de galletitas saladas.

Luego de hurgar en la nevera con una mano —mientras que en la otra tenía mi toalla y mi ropa—, logré encontrar mermelada y mantequilla de maní. Me puse a buscar si había pan para hacer un sándwich pero solo encontré pan con moho, hice una cara de asco y lo deseché en la basura.

—¡Erika, saca tu trasero del baño o tumbo la puerta! —grité desde la cocina. Escuché la puerta abrirse y la vi con el cabello mojado.

—Lo bueno tarda en llegar, por eso llego tarde a clase —dijo mientras se secaba su melena con la toalla.

—Andas muy graciosa, así te quiero ver al recibir la regañina del profesor Nolan —le dije mientras entraba al baño.

—No me hables de ese señor decrépito, es un amargado que se conformó con enseñar aunque ni eso hace bien —rodó los ojos—. Siempre me pone de mal humor escuchar su voz.

Entré y cerré la puerta del baño, me duché tan rápido como pude, mientras estaba dentro escuchaba ruidos de platos y cucharas provenientes de la cocina.

¿Será casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora