Alex
Acepté su mano con un poco de nerviosismo y él me levantó sin esfuerzo alguno mientras seguía viéndome sin disimulo. Me veía de arriba hacia abajo y al instante me arrepentí de la ropa que elegí hoy.
—¿Podrías dejar de mirarme así? Me hace sentir incómoda —me pasé un mechón azul rebelde detrás de la oreja con algo de pena. Él mantuvo el gesto serio y yo empecé a repasarlo con la mirada sin pena alguna.
Llevaba unas zapatillas Vans rojo carmín junto a unos pantalones de mezclilla azul marino algo desgastado que le llegaban hasta la cadera, una camiseta de Pulp Fiction y unos cascos alrededor del cuello.
Era guapo, tanto que si pasaba por el campus llamaría la atención.Tenía el pelo negro azabache revuelto y se veía algo húmedo —probablemente recién se había bañado—, lo que hacía que se viera más pálido de lo que era. Unos labios rosados muy apetecibles y unas pecas casi imperceptibles por la nariz.
Sus ojos eran cafés pero con puntitos verdes que resaltaban si lo veías con detenimiento. Su mandíbula marcada con una barba incipiente de unos días era muy atractiva y me imaginé repartiéndole pequeños besos...Alex, por favor, deja tus pensamientos impuros en este instante. Me avergüenza ser tu conciencia.
Sacudí la cabeza tratando de centrarme, me limpié las palmas de las manos en el pantalón porque me empezaron a sudar debido al nerviosismo y me acomodé la camiseta de manera distraída.
—¿Ya terminaste de verme fijamente? —su boca se curvó en una sonrisa juguetona. Le di una mirada de pocos amigos mientras trataba de disimular el hecho de que me haya descubierto.
—Eso debería decírtelo yo a ti —arrugué las cejas y él no quitaba esa sonrisita de sus labios—. ¿Qué te causa tanta gracia? ¿Acaso me viste cara de payaso o qué? —me crucé de brazos con la indignación a flor de piel
Casi me tropiezo con algo y agacho la mirada para ver que es, son unos lentes estilo hípster. Él se percata y los agarra rápidamente y los observa con detenimiento si no tienen ningún rasguño para luego colocarlos en el cuello de su camiseta.
—Me causa gracia el que aún no te disculpes por tumbarme y casi romperme las gafas —esbozó una sonrisa socarrona antes de inclinarse hacia mí y agarrarme la mejilla como si fuera una niña chiquita. Aparté su mano de mala gana.
—No voy a disculparme si el que venía distraído eras tú con tus audífonos —le lancé en cara al señalar los cascos que reposaban en su cuello después de acariciarme con la palma de la mano mi mejilla para apaciguar el dolor.
Eso, hazte la dura.
—Tú venías prácticamente corriendo creyendo que los pasillos están vacíos, lo cual me hace saber que llegas tarde a alguna clase —entrecerró los ojos sin que la diversión abandonase su tan estúpidamente atractivo rostro.
Sentí como la vergüenza subía a mi rostro y mis mejillas empezaron a arder mientras que en mi fuero interno maldecía hasta a la abuela de este chico.
Diría los insultos pero son muy fuertes, incluso para mí.
—No tengo tiempo para esto, con permiso, me retiro —doy por zanjada la conversación, sujeto las correas de mi mochila y paso por su lado con una mueca de hastío viéndolo de reojo.
Al parecer él no se esperaba eso ya que la diversión que había en su cara se fue desvaneciendo hasta que quedó solo confusión.
—Hey, tienes que disculparte, en un caso hipotético caí de espaldas y el golpe me causó una contusión cerebral por tu culpa —reclamó como todo un cerebrito.
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¿Será casualidad?
Teen Fiction¿Qué es lo peor que le podría pasar a la universitaria menudita y ansiosa de Alex, aspirante a cirujana sin decidir aún una especialidad? Que en su penúltimo año de universidad, aparezca un chico nuevo que fue trasladado, con el cual tropieza por to...