Alex
—Blake, puedes salir —habla el oficial con tono borde y cansado.
Abren la celda y me faltan piernas para salir corriendo de ese espantoso lugar al que terminé metida por culpa del imbécil de ojo azul. Veo mis nudillos, magullados y lastimados con algo de sangre ya seca, abro y cierro la mano rápidamente por el dolor y avanzo detrás del oficial de policía por el pasillo oscuro que conecta las celdas preventivas con el resto del edificio, abrazándome a mí misma.
De haber sabido que iba a terminar en la comisaría de la ciudad el día de mi cumpleaños, no hubiera salido del departamento hasta la fiesta de Halloween.
Si no es una mierda, es otra.
Llegamos hasta un escritorio donde una chica morena de ojos color jade me entrega unas hojas para firmar y me examina de pies a cabeza con la mirada.
—¿Qué hiciste tú? —me pregunta con curiosidad—. Es la primera vez que te veo por aquí y no tienes cara de ser una chica que se mete en problemas tan serios.
—Acabé en este sitio por defender a un hombre —refunfuño de mal humor, firmando cada hoja con irritación y sin molestarme en leer.
—Wow, debes quererlo mucho para terminar en este lugar por él —su rostro refleja sorpresa y algo de admiración, o eso creo identificar.
—No, lo odio —deslizo la hoja por el escritorio grisáceo impoluto y salgo de ahí antes de que me haga alguna otra pregunta.
Al cruzar la puerta, veo a Eri con los brazos cruzados y con una mirada que pudo congelar el mismísimo Infierno, me preparo para el huracán y doy unos pasos cautelosos hacia ella. No me da tiempo de avanzar más porque en unas cuantas zancadas —visiblemente llenas de enfado— termina frente a mí.
—¿Cómo te va? —su tono es falsamente amistoso y logro identificar el fuego en sus orbes de cervatillo.
—Bien, aquí saliendo de una mazmorra —me encojo de hombros, restándole importancia.
Y, sin previo aviso, sujeta mi oreja derecha con fuerza. Jalando.
—¡¿En qué estabas pensando?! —grita.
—¡¡Suéltame!! —chillo.
—¡No hasta saber por qué decidiste terminar presa el día de tu vigésimo quinto cumpleaños!
—¡Déjame te explico pero suéltame la oreja! ¡Ay! —trato de apartar su mano con la mía y nota mis heridas.
—¡¿Qué te pasó en los nudillos?!
—Eh... deja te aclaro todas tus dudas, solo...
—Si no te mato yo, lo hará tu madre cuando se lo cuente —sisea de manera amenazante.
—Sapa.
Su mirada se posa encima de mi hombro y volteo hacia donde se posaron sus ojos.
—Maldito hijueputa, me las vas a pagar —digo para mí misma en voz alta con decisión.
—¿Alex, que vas a...? ¡No me dejes hablando sola, no hemos terminado!
Ignoro la voz de Eri a mis espaldas y echo a andar a la dirección de la figura que sale por las puertas de la comisaría. Al verme, logro distinguir una sonrisa gracias a la luz de los faroles pero al percatarse en la forma en que camino, se borra de inmediato.
—Alex, perdóna...
No lo dejo terminar de decir la última palabra porque mi puño se estrella en su ojo derecho con fuerza, dañando sus lentes.
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¿Será casualidad?
Teen Fiction¿Qué es lo peor que le podría pasar a la universitaria menudita y ansiosa de Alex, aspirante a cirujana sin decidir aún una especialidad? Que en su penúltimo año de universidad, aparezca un chico nuevo que fue trasladado, con el cual tropieza por to...