Capítulo 4

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Alex

Esto no me puede estar pasando a mí.

Dios, sé que he sido una maldita toda mi vida y una vez dije que no existías, pero todo era mentira. Estaba bromeando.

Pongo la espalda contra la puerta y me deslizo lentamente hasta quedar sentada en el frío piso de madera, empiezo a reflexionar sobre la vida y a procesar a quién le acabo de abrir la puerta solo con una blusita de tiras pegada al cuerpo, sin brasier y en bragas.

Soy una idiota, soy una completa idiota.

Por eso Erika nos decía que veamos quién es antes de abrir la puerta y no asumamos que era ella. Sabe cosas, es bruja.

Me agacho hasta apoyar mi mejilla en el piso y busco debajo de la puerta alguna sombra que me indique si sigue allí. En mi estómago se formó un nudo que sigue creciendo al ver que hay una sombra que se mueve por el pasillo de un lado al otro. Recién me doy cuenta que la música sigue sonando por el parlante así que me levanto a la velocidad de un rayo a apagarlo pero me caigo de bruces al suelo.

—Maldita sea —siseé por lo bajo, me levanto y alcanzo mi celular que está en la mesita para café. 

No me doy cuenta y —debido a mi torpeza—, tumbo el parlante que estaba al lado de mi celular. Suelto un millón de maldiciones y busco el contacto de Erika para mandarle un mensaje.

Alex: Erika, me voy a cortar las venas en este instante.

Espero impacientemente a que lea el mensaje, suelto casi todo el aire que estaba conteniendo en los pulmones inconscientemente cuando veo que me está escribiendo.

Mi rubia hermosa<3: Si quemaste el departamento, te mataré yo.

Alex: Créeme, preferiría que fuera eso.

Mi rubia hermosa<3: Deja el drama y dime qué hiciste ahora.

Alex: ¿Te tardas mucho? Para saber cuánto tiempo tengo antes de que me arrastres.

Mi rubia hermosa<3: Acabo de aparcar el auto. Ya subo >:}

Alex: Bueno, hoy es el día de mi muerte.

Doy un salto al escuchar que llaman a la puerta, me apresuro a abrir la puerta y la veo con el cabello mojado y una expresión de fastidio mientras tiene debajo de su brazo la laptop. Su camiseta gris de Spider-Man está un poco mojada en la altura de los hombros

—¿Y a vos qué te pasó? —trato de contener la risa.

—Oh, cállate y enséñame qué rompiste ahora —pasa por mi lado hasta el sofá y se sienta, alza los pies y los apoya en la mesita.

Mi mirada baja hasta el parlante que está en el piso y ella se da cuenta, ve al mismo lugar y por su cara ya sé que se va a molestar.

—Por favor, dime que no pusiste música tan alta... 

—Yo nunca prometí nada.

—¿Vino a quejarse la señora del piso de abajo, verdad? —pregunta ella.

—Eso hubiera sido mejor que lo que pasó —le doy una mirada significativa y ella la capta.

—No me digas que vino el vecino nuevo —abre los ojos exageradamente y yo asiento.

—Y no creerás lo que hice...

Por fin presta atención a la forma en la que estoy vestida y se da cuenta.

¿Será casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora