Capítulo 3.

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Si Severus no se decidía a poner distancia entre ambos él definitivamente no lo haría. No podía. Solo podía observar su rostro. Lo bien que se veía.

Porque la luz del fuego solo hacía que sus ojos se vieran con un brillo especial. O tal vez no era la luz y era propio de su mirada.

Ahora que estaban tan cerca podía notar que aunque Severus no era un hombre tan alto como él y bastante más delgado, sí era intimidante. Realmente siempre lo fue. Podía recordar cuando en el último año en Hogwarts algunos algunos de primero y segundo se sentían intimidados por Severus. Pero ahora lo era más todavía. Y algo en eso, en esa mirada desafiante y que mostraba que no se iba a achantar ante Sirius le hacía parecer más atractivo.

A Sirius siempre le había llamado la atención las personas atractivas. ¿Que se vieran bien físicamente? Claro, eso también, pero por encima de todo atractivas, que tuvieran algo que le hicieran querer estar cerca de esa persona o que no pudiera quitarle la vista de encima. Y Severus era así. Tenía ese algo que llamaba la atención. Para bien o para mal. Pero lo tenía.

Acortó la poca distancia que quedaba entre ambos y unió sus labios. Un beso casto. Probando el simple roce nada desagradable. Los labios de Slytherin no eran tan delgados como su mente siempre había creído.

Ninguna reacción negativa por parte de Severus. Ningún empujón, insulto o golpe. Ningún rechazo.

Entonces llevó una de sus manos a la nuca del otro y profundizó el beso. Sus bocas moviéndose juntas como si se conocieran de toda la vida. Como si estuvieran hechas la una para la otra. Su lengua se adentró en la boca de Severus, encontrándose con la otra en un beso demandante. Profundo y jodidamente caliente.

Caliente porque Severus había correspondido desde el primer momento. Porque Sirius sabía que esa mirada que vio en él la otra noche era de deseo. No era su imaginación ni narcisismo entrando en escena. Era la realidad misma. Porque si esa noche lo hubiera besado no hubiera podido apostar nada a favor de que ese beso le hubiera resultado agradable. Pero ahora sí que lo estaba siendo.

Demasiado agradable.

Entonces se separó lo justo para solo terminar el beso pero no marcar distancia entre ambos.

Se miraron y en el rostro de Severus había un muy ligero sonrojo. O tal vez era fruto de la luz de la chimenea. No estaba muy seguro.

-Bueno- observó los labios algo hinchados y rojos del otro mientras que acarició con el pulgar la nuca del Slytherin -eso prueba mi punto.

El otro puso los ojos en blanco y negó.

-Cállate- espetó Severus y lo atrajo de nuevo en un beso demandante.

Oh.

Severus lo estaba besando de manera hambrienta. La camiseta de Sirius arrugada entre aquellos delgados y largos dedos.
Lo tomó por la cintura acercándolo y sintiendo su calor corporal.
Ese bicho raro del instituto que parecía un maldito cuervo le estaba dando uno de los besos más calientes que podía recordar. Besaba jodidamente bien. Hizo al otro retroceder hasta que la espalda de Severus chocó contra la pared y este se quejó rompiendo el beso.

-Tan bruto como siempre- gruñó el Slytherin.

-Perdona- Sirius le dio un beso en la comisura -¿estás bien?- y otro en la mandíbula.

Severus asintió y Sirius sintió las delgadas manos bajar hasta el dobladillo de su jersey, meterse debajo y rozarle con la punta de los dedos el estómago. Frío pero caliente a la vez. Sintió cómo su piel se erizaba por el roce.
Sirius descansó la cabeza en el hueco del cuello del más bajo y dejó un beso suave, apenas rozando la suave piel. Le sorprendió gratamente que Severus oliera tan bien.
Rodeó la cintura del otro y subió hasta sus labios de nuevo apenas rozándolos.

PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora