-Joder- susurró pasándose la mano por la cara.
Era domingo por la mañana. Muy temprano. Tanto que aún podía ver cómo no estaba de día del todo y alguien estaba teniendo la osadía de llamar a su puerta.
Como fuera algún estúpido niño muggle se las iba a ver pero bien con él, no estaba para aguantar niños en su día libre.
Refunfuñando bajó las escaleras y con todo el mal pronto la abrió sin cuidado preparado para oficializar otra guerra mágica.La cosa es que en su puerta no había ningún niño. Ni ningún muggle. Estaba Severus.
Con su característica ropa negra y la nariz algo roja por el frío.
Y entonces recordó que Severus había respondido a su carta hacia dos días anunciando que el domingo acudiría pero, ¿a esa maldita hora? ¿No podría llegar como cualquier persona normal a una hora decente? Tal vez las 10. A esa hora era persona. Pero a las 7:15 definitivamente no.
-¿Siempre abres la puerta así vestido?- el ceño del Slytherin fruncido mirándolo de arriba a abajo.
Miró hacia abajo y al verse solo en ropa interior fue consciente de que parecía un maldito exhibicionista. Pero también era su casa y en su casa iba como quisiera. Si llamaban a su puerta era con todas las consecuencias.
Se encogió de hombros y dejó pasar a Severus, el cuál se quitó la capa y la chaqueta y las dejó en una silla.
-Dame un minuto- subió y se puso algo de ropa. Tampoco quería hacerlo sentir incómodo.
Las 7:15 de la mañana de un domingo y Severus estaba sentado en su sala esperándolo para hablar de lo que pasó.
Suspiró.
Volvió a suspirar.
Y bajó.
-¿Té?- preguntó desde el marcó de la puerta a lo que Severus asintió.
Les iba a venir bien a los dos, de eso estaba seguro.
De hecho tenía un té especialmente bueno, traído del norte de Inglaterra que guardaba para ocasiones especiales.Lo dejó sobre la mesa acompañado de unas galletas y se sentó en frente de Severus. Le sirvió una taza y ambos se quedaron en completo silencio. Un silencio nada cómodo, cabe destacar. Sus miradas se encontraron un segundo y el menor la desvió observando la taza entre sus dedos.
-Black, no tengo todo el día.
-Bueno, es que has venido demasiado temprano, necesito un minuto para pensar- susurró Sirius dándole un bocado a una galleta con pepitas de chocolate.
-¿Solo uno?- el tono sarcástico de Severus no le hizo especial simpatía.
Lo había había besado primero, había dado el primer paso intentando poner en contacto con él por el bien común y lo que recibía era un Severus atacando su inteligencia. Mucha gracia no le hacía, la verdad.
-Snape, el que tiene que decir el por qué no está bien lo que pasó eres tú, ya te dije que sentía que había algo entre nosotros y que me siento atraído por ti, ¿qué más puedo decir? ¿Quería besarte? Sí, ¿me gustó? Sí, ¿volvería a hacerlo? Obviamente sí.
Severus se quedó callado. Sus dedos hacia tiempo habían dejado la taza para juguetear entre ellos en su regazo.
-¿No vas a decir nada?- preguntó frunciendo el ceño ante el silencio del Slytherin.
-¿Qué quieres que diga, Black?
-¿En serio? Te acabo de decir que me atraes, que me gustó besarte y que lo volvería a hacer y ¿no tienes nada que decir a eso?- Sirius lo miró serio. Su paciencia llegando al límite.
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Perdición
FanficSirius y Severus siempre se habían detestado. Una gran animadversión mutua de la que todos eran conocedores y testigos a lo largo de los años. Hasta que a más de un año de haber terminado sus estudios en Hogwarts, Sirius vuelve a reencontrarse con...