Le sorprendió cuando aquella mañana se había despertado con una lechuza en la ventana. Una carta de Snape atada a la pata de la misma en la que este le mencionaba que había hablado con Lily y esta le había propuesto que entre ambos se encargaran de la música en la boda y él había aceptado. Más sorprendente fue la sugerencia de reunirse aquella misma noche en la casa del Slytherin.
Había estado dudando de si aceptar reunirse tan pronto o no. Más de dos semanas sin tener noticias del otro, concretamente desde aquella noche en su casa que habían tenido una cita agradable que había terminado con Snape marchándose del lugar sin darle ningún tipo de explicación, y ahora de repente le escribía.
Nadie podría culparlo por no entender la forma de actuar de Snape. Cierto era que apenas lo conocía pero habían dejado claro que sentían atracción el uno por el otro y que si querían ver qué pasaba con esa atracción el pasado debía quedar atrás. Snape no estaba cooperando precisamente si después de tener relaciones se marchaba de aquella manera.
Se miró al espejo y le pareció ver como su reflejo le sonreía con suficiencia, casi como si se riera de él por finalmente haber aceptado la invitación e intentar verse bien. Claro que no demasiado tiempo atrás habría reaccionado así al leer la carta pero ahora estaba en un momento de su vida en el que estaba intentado no ser tan radical. Tal vez Snape tenía sus propias razones para actuar así aunque él no casara con ellas y tampoco estuviera dispuesto a lidiar con ellas si fueran una constante.
Pero tampoco se estaba planteando tener nada serio con el Slytherin, aunque hubiera una atracción física no creía que la pudiera haber tan fuerte en otros aspectos como para llegar a tener una relación con él. Sí, esa noche hablaron de sus vidas y se conocieron más y hubo cierta conexión, pero eso no significaba que alguno de los dos esperara que de ello surgiera algo más allá. Nunca se habían soportado, sus personalidades eran completamente diferentes y aunque ahora ambos vieran las cosas desde otro prisma más maduro no significaba que encajaran para un futuro conjunto.
El viaje en moto fue rápido. Hubiera preferido aparecerse pero jamás había estado en la casa del otro y no era una opción.
El barrio de Snape se veía tan solitario y sombrío como el propio Slytherin.
La puerta se abrió al segundo de tocarla, Snape lo tomó del brazo y lo metió rápidamente, cerrando la puerta al instante.
-¿Ha pasado algo?- Sirius lo miró algo extrañado por su comportamiento. Snape no se veía alterado pero definitivamente había querido que se metiera a la casa lo más rápido posible, como si estar fuera implicara algún tipo de riesgo -¿estás bien?
Severus abrió la boca para responder pero no fue su voz la que se escuchó.
-Yo me encargo, Severus.
No podía ser. Conocía aquella voz a la perfección. Parecía que había acudido allí por algo más que para encargarse de la música en la boda de su mejor amigo o para hablar con Snape sobre lo sucedido entre ambos. Incluso estaba la posibilidad de que algo más pasara.
Se acercó a la sala de la que parecía proceder la voz y allí estaba, sentado en un sillón individual algo viejo, con las piernas cruzadas y una copa entre los dedos.
-Sirius, cuánto tiempo sin vernos, ¿cómo has estado?
-¿Qué haces aquí, Regulus?- definitivamente su hermano pequeño había crecido y ahora su rostro era más anguloso y adulto. Se dio cuenta de que seguían compartiendo rasgos.
-Tenemos que hablar de algo importante.
Sirius soltó una pequeña carcajada sin humor.
-¿Has decidido dejar de ser una extensión de madre?
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Perdición
FanficSirius y Severus siempre se habían detestado. Una gran animadversión mutua de la que todos eran conocedores y testigos a lo largo de los años. Hasta que a más de un año de haber terminado sus estudios en Hogwarts, Sirius vuelve a reencontrarse con...