Perdición

Capítulo 8.

La boda de James y Lily había salido como se esperaba, sin ningún incidente de ningún mortífago. Unos días antes dos muggles habían perdido la vida y cuatro habían resultado heridos de gravedad a las afueras de Londres. La marca tenebrosa en lo alto del cielo había hecho saltar las alarmas de las autoridades muggles y de los aurores pero cuando llegaron al lugar no había ni rastro de los mortífagos. Sirius no podía dejar de pensar que era un acto cobarde atacar a los no mágicos pero hacerlo y después huir los hacía aún más cobardes y rastreros. 

James y Lily se habían negado a cancelar la celebración de la boda aunque habían entendido que podía ser un peligro para todos los asistentes y les habían hecho saber que si no acudían ninguno se molestaría. Todos estaba viviendo momentos de tensión y miedo y debían protegerse. Los que sí habían decidido acudir al enlace sabían que en cualquier momento podría ocurrir algo. Sirius estaba preparado para proteger a la pareja con su vida si hiciera falta. Y también le había prometido a Lily que protegería a sus padres y hermana, aunque esta última fuera completamente insufrible. 

La ceremonia había sido sencilla y rápida. Severus y él habían dado sus discursos, haciendo alusión a momentos de la adolescencia bonitos y vergonzosos. James incluso le había arrojado un trozo de pan para que dejara de hablar pero sabía que había merecido la pena cuando su mejor amigo vio como Lily se reía abiertamente de aquella vez en la que James, intentando llamar la atención de su ahora esposa, había hecho explotar una poción y Slughorn y otros tres estudiantes, incluido James, habían terminado en la enfermería con Madame Pomfrey riñéndolos por llegar con las manos y rostros azulados y unas orejas enormes. Jamás podría olvidar la cara de estupefacción del profesor. 

Severus había sido selecto con sus palabras, no tan gracioso como Sirius pero sí eligiendo tan bien que decir que James tuvo que pasarle un pañuelo a Lily porque esta no pudo contener las lágrimas. Aún podía recordar que Lily había dejado de hablarle al otro cuando este la llamó sangre sucia. Una palabra repugnante por la que Severus tuvo que pagar meses de silencio y vacío. Sirius sabía que los culpables reales de esa situación habían sido James y él, por eso se alegraba de que a los pocos meses Lily decidiera perdonar a Severus y volvieran a ser mejores amigos. 

Durante la cena había estado sentado con Remus a un lado y el Slytherin al otro. No podía negar que había buscado a lo largo de la tarde cualquier momento para compartir palabras con él. Remus incluso le había dado un codazo y le había dicho que estaba siendo demasiado obvio y que tal vez eso hacía sentir incómodo a Severus. Él no estaba tan seguro de eso. Si este se sintiera incómodo con algo Sirius estaba más que seguro de que el otro se lo haría saber, lo había comprobado ya en diferentes situaciones.

Se acercó a la zona de bebidas donde estaba Severus hablando con la madre de Lily. Agradecía que Petunia no estuviera ahí en ese momento. La mujer le sonrió con ternura.

-Sirius, ven ¿te sirvo algo?- le preguntó la madre de Lily señalando las bebidas. 

-No se preocupe, señora, estoy servido, gracias- le dijo sonriendo y levantando su copa, o lo que quedaba de ella -pero déjeme decirle que se ve especialmente bien esta noche. 

Severus puso los ojos en blanco pero la madre de Lily se rio y el color inundó sus mejillas mientras negaba con la cabeza. 

-Oh, no digas eso- la mujer le sonrió con cariño -eres un encanto, gracias. 

Sirius le sonrió y esta vez sí tomó otra bebida. Lo poco que quedaba de la suya estaba ya caliente. La mujer se aclaró la garganta llamando la atención de ambos. 

-No quiero dejar pasar la ocasión de daros gracias, a los dos, por la ayuda, los discursos y por todo- la mujer se notaba algo avergonzada pero el agradecimiento era sincero -Lily me ha contado que los estáis protegiendo.