Promesa

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— Lo que daría por ser ese violonchelo

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— Lo que daría por ser ese violonchelo... 

La mirada de Dazai viajo del chico de pelo blanco, Nikolai, al instrumento entre las piernas de Dostoyevski, quien mecía el arco sobre las cuerdas de lo que a su parecer, era una enorme guitarra (Aunque es un violonchelo). Su sonrisa fue burlona. 

Hay cosas molestas e inevitables en la vida, inherentes. Como mear en la mañana, inhalar aire frio mientras masticas chicle de menta, o encontrarte con algo que tiene que ver con Fyodor Dostoveisky en Yokohama.

Para Dazai, la mas molesta es la ultima.

Para los inmigrantes rusos de segunda generación, es una tradición esencial tocar el chelo en su fiesta bohemia de año nuevo, Fyodor es el único de su familia que sabe tocarlo a estas alturas. Así que, por supuesto, Mijail Dostoveyski tiene que celebrarlo por lo grande. 

Tuvo la suerte de ser el ultimo de hijo de su familia, por lo que el mismo hombre nunca se molesto en aprender a tocar el instrumento. Como todo buen padre con una buena fortuna e indiscutible afección narcisista, debe presumir que su hijo si lo sabe, como si fuera un logro propio. 

Dazai podría sentir empatía por el.

Podría, palabra clave.

Pero no lo hace. 

Porque, je, casualmente su padre también es una perra psicótica y perfeccionista, que aparte de eso le gusta actuar como una dulce paloma inocente que trabaja cada maravilloso dia por su familia, tiene que agregar, por supuesto, trabaja en los bienes que no construyo, solo heredo, y, no es como si no tuviera mil idiotas que hacen su trabajo mucho mas fácil.

Como Osamu, la lotería viva y ambulante sacada de sus bolas con dieciséis años.

Podría sentir empatía por Fyodor, pero sentir lastima por una persona narcisista es equivalente a llamar cariñosamente un perro en la calle, si no te muerde, te ignora.

A Dazai le gusta particularmente el ego de Dostoveisky, es tan flexible como un osito de peluche, se estira, un poco. Es divertido de aplastar, suave.

Pero, si duermes con el (por supuesto, se refiere al osito), por la noche, la sensación de estar siendo observado es inevitable. 

Da miedo, y Osamu también disfruta toda la saga de El Conjuro. 

La presentación improvisada del pelinegro termina, y el y su arco se inclinan en una calculada muestra de humildad que no tiene.

El no necesita acercarse a obtener la aprobación de Nikolai, este ultimo ya salió disparado a llenarlo de sus cumplidos y buenas opiniones de alguien que no sabe ni siquiera lo que es una corchea.

Dazai opina que es patético, pero no es quien para criticar el gusto en hombres de Dostoveyski cuando Dostoveyski, bueno...

— ¡Deberíamos celebrarlo con un trago! — Exclama el de cabello blanco, abrazando de lado al menor por varios meses, este carraspea.

Melodía de Verano -SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora