Encuentro

95 9 3
                                    

Después de su nacimiento, su papá se volvió muy protector con él. Lo tenía vigilado todo el tiempo, además que no lo dejaba salir. No conocía mucho a su alrededor.

Su único amigo era un niño mitad demonio y mitad ángel. Pero solo lo podía ver cuando este lo visitara, ya que él no podía visitarlo.

Se hicieron amigos desde que la mamá de aquel niño visitaba mucho su hogar, estaba muy agradecida con su papá, y no sabía la razón, pero le agrado tanto aquella familia.

A decir verdad, el pecoso adoraba a todo el mundo, se la pasaba abrazando a la gente que lo cuidaba, todos encantados por la bondad de aquel angelito.

Estaba por cumplir 7 años, seguía sin salir de su casa, pero siempre encontraba cosas que hacer, le ayudaba a sus sirvientes, aunque claro, ellos se negaban ya que al ser el príncipe de aquel paraíso no podía hacer eso, pero como buen niño que era terminaba ayudando.

A veces si se molestaba porque su padre no lo dejaba salir, él quería conocer que había más allá. En ocasiones salía con su papá, pero cuando lo hacían no tardaban mucho.

El día de su cumpleaños su amigo fue a visitarlo, sus padres tuvieron que salir, así que como siempre pidieron que fuera vigilado.

Se encontraban en la habitación del niño y a fuera estaba un guardián, el pequeño ángel estaba cerca de su ventana viendo hacia afuera, donde eran los límites.

—¿Qué habrá allá?

El niño bicolor que estaba sentado en el piso jugando con algún juguete dirigió la vista hacia el pecoso, no entendía a que se refería.

—¿En donde?

—Si no me equivoco—se ve a sentar junto al niño—tú vives por allá.

—Ah sí—respondió sin mostrar alguna emoción.

—Vamos.

—No podemos, tus papás no te dan permiso.

—Por favor—le suplicó haciendo un puchero.

El bicolor seguía negándose, pero el pecoso no se daba por vencido, seguía haciendo pucheros hasta que cayó.

—Bien, pero si se enteran ya no me permitirá jugar contigo.

—No te preocupes por eso, no pasará—hablo muy seguro de si mismo.

•••

Se encontraban observando la puerta, como no vieron a nadie decidieron salir, iban tan cuidadosos de no ser vistos, seguían caminando por aquella casa. Antes de llegar a la salida tenían que pasar por 2 puertas más, el bicolor la abrió y observó que estaban cuidando la entrada.

—¿Cómo le haremos para salir?—suspiró cansado.

El pecoso se quedó pensado, pero por más no se le ocurría nada, entonces alguien se paró detrás de ellos y les hablo, cuando lo escucharon ambos se asustaron dando un pequeño salto.

—¿A donde van?

Ambos se giraron para ver aquella persona, el bicolor solo temblaba, lo que temía se le hizo realidad, ser descubiertos.

—Pues pensaba ir a la casa de Shoto—sonrió nerviosamente.

—Sabes que tus padres no te dan permiso de salir y menos a los límites.

—Por favor—suplicaba—hoy es mi cumpleaños, mis papás salieron, sólo quiero salir a divertirme.

Aquella persona iba a negarse de nuevo, pero vio la cara de tristeza que tenía el pequeño que no se resistió, así que solo suspiró, sabía que sería un problema si sus padres llegaran a enterarse.

Ángel y Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora