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Arona leía la agenda que el sensei tenía que cumplir para ese día. Él estaba frente al espejo en su cuarto. Trataba de amarrar el nudo de su corbata. Tenía la mirada puesta en sus manos que por más que intentaban, no eran capaces de hacer el nudo. Era algo que había hecho muchas veces, pero la razón de su incapacidad esa mañana era que su mente estaba distraída. Un ligero rumor llegó a sus oídos. Era la voz de Arona preguntándole que si le estaba prestando atención. Él se limitó a asentir para responder. Su asistente virtual continuó leyendo mientras que en su cabeza recordaba la madrugada de ese día.

El educador dormía plácidamente entre las cobijas de su cama. Soñaba con que montaba el Kaiten FX MK.0 cuando varios misiles volaron hacia el robot gigante destrozando la maquina junto a él. El sensei despertó en el suelo. Preguntándose qué había sucedido. Escuchó algunas explosiones no muy lejos. Por los ventanales de la torre se veía un lugar en llamas. El sensei bajó a la entrada del edificio corriendo. —¿Qué es lo que sucede? —, se preguntaba. En la oscura noche se veía a lo lejos un resplandor a naranjado del cual salía una nube de humo. Escuchó unos pasos apresurados hacer eco por la calle. Antes de que pudiera ver quien era, recibió un cabezazo en el pecho. Un par de brazos lo sujetaron con fuerza. Estaba con fundido. Vio en el suelo un gorro de estilo militar negro. La cabellera de quien lo sujetaba era plateada. Cada cabello parecía brillar con el alumbrado público. El educador tenia grabado a fuego en su mente a cada una de sus estudiantes. Por lo que no tardó en identificar quien lo abrazaba.

—¿H-Haruna...?

No le respondió.

—¿Estas bien? ¿Sucedió algo? ¿Qué...?

—Estoy bien... No tiene nada de qué preocuparse...

—Entonces....

—Solo quería verlo.

El sensei iba pasar su mano entre la cabellera de Haruna, pero no lo hizo.

—¿Tienes algo que ver con lo que sucedió allá? —Preguntó el sensei.

—Mm... Tal vez...

—Era un restaurante, ¿verdad?

—E-eso no importa ahora...

Hacia frio. El viento era inclemente con cada soplido, pero ambos se sentían cálidos en los brazos del otro. Las sirenas se volvieron a escuchar.

—Tenían que interrumpir un momento tan perfecto... Posiblemente ya empezaron a buscarnos... Sensei... Tengo que irme...

Haruna lo soltó para tomarlo de las manos y llevarlas a sus mejillas. Estaban frías. Lentamente se calentaron al tacto. Ella lo miraba a los ojos. Sin titubear le dijo:

—Sensei, lo quiero mucho.

Él no dijo nada, no obstante, era visible que esas palabras lo habían embelesado. Haruna lo soltó y se fue sin decir otra palabra.

El sensei tuvo en mente el momento que compartió con Haruna en la madrugada mientras leía el periódico, contestaba el celular, comía, iba a Las reuniones con algunas presidentas de clubes, hacia el papeleo rutinario y las clases con diferentes estudiantes... No hubo quien no notara el extraño comportamiento del sensei. Se veía bastante meditativo. El jefe de S.C.H.A.L.E. caminaba hacia su último compromiso del día. Kayoko lo vio venir. Esperaba al sensei en una esquina. Ella levantó la mano para captar su atención, pero no la notó. Hubiera pasado de largo si no lo hubiera detenido. Como si lo hubieran sacado de un hechizo se preguntó dónde estaba. Vio a Kayoko a su lado. Como muchas de las estudiantes con las que se encontró ese día, Kayoko le preguntó que si tenía algún problema. Se limitó a decir que no durmió mucho. Todas conocían como era él con falta de sueño. Lo que él tenía era algo diferente de lo usual.

Ambos partieron a comprar las cosas que necesitaban. Con una lista en la mano, Kayoko le iba diciendo al sensei lo que tenía que agarrar.

—No esperaba que Mitsuki pensara en esto... —El sensei dijo tomando un paquete— Aunque todavía estoy tratando de comprender para que necesitamos tantas bolsas con pastillas de mente y grandes galones de detergente.

—La mente de Mutsuki es un misterio. Lo mejor es no preguntar y prepararse para lo peor. —Dijo Kayoko con una expresión de cansancio.

—Debe ser duro tenerla de compañera.

—Definitivamente lo es... Pero no puedo negar que sea divertido...

Siguieron haciendo compras. Kayoko caminaba hablando acerca de una noticia un tanto inquietante y reciente que tenía que ver con intromisiones a algunos lugares en Kivoto. El sensei estaba trabajando a la mitad de su capacidad. Lo sucedido en la madrugado y la pregunta de qué es lo que Mutsuki planeaba hacer con algunos productos lo tenían distraído. No obstante, su experiencia con algunas estudiantes muy intensas había afinado uno de sus sentidos. Alguien lo estaba siguiendo. Miró a su alrededor esperando lograr divisar a esa estudiante que lo seguía; no vio a nadie que el conociera. Le hizo saber a Kayoko lo que sentía, pero tampoco ella vio a una posible sospechosa. Aunque la sensación lo incomodaba, pronto dejarían el supermercado. Al terminar de comprar, los dos metieron todo en bolsas y cajas. Kayoko le pidió un momento para ir al baño. El estómago del sensei gruñó. Necesitaba recargar baterías. Necesitaba algo dulce. En el mostrador de la caja vio algo que se le antojó. Compró uno para comer de inmediato y algo, un poco más grande, para comer con más calma después. Kayoko volvió. El sensei le preguntó que si no quería algo del mostrador. Ella se negó. Una vez montados pasaron por la torre S.C.H.A.L.E. para dejar algunas cosas del sensei y poder llevar algunos utensilios que ocuparían en la oficina, dormitorio, comedor y sala de club del Problem Solver 68.

En la pequeña oficina, estaba Mutsuki preparando las cosas. Al ver al sensei lo saludo con una enorme sonrisa y le preguntó que si había comprado todo lo que había pedido.

—¿Por qué doce de diez veces que veo tu sonrisa no me da confianza?

—Que malosensei —Dijo Mutsuki sin perder la sonrisa— Muy bien. Déjenme esto. Apúrense atener eso listo. Queda poco tiempo.

Blue Archive - White Day (Versión en Español) (Volumen 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora