Camitulo 20: Un pequeño paso para la humanidad y un gran paso para Lia

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Era de tarde, la mañana fue tranquila, no hubieron percances mayores a lo normal, todo parecía estar en calma y el fin de semana se acercaba peligrosamente. Lía se encontraba pintando la máscara nueva de Brahms, era más bien un antifaz de porcelana que una máscara completa, al final se decidió por algo simple, una rosas a los costados y un fondo negro bastaría.

El sol le daba en la espalda y sentía su calor, esa sensación siempre la transportaba a su niñez, el estar bajo el sol cálido, un placer que nunca está de más disfrutar.

Dejo dejar la pintura y remojo los pinceles al costado, miro el lienzo en la esquina de su habitación mientras se secaba las manos con un trapo, no lo habia  empezado aun, era el esqueleto de una hora de arte. El dibujo de una mujer extendiendo sus manos ofreciendo su corazón, con el cuerpo desecho y expuesto, apenas sostenida por su esqueleto, acompañada de una luz divina a su espalda, en su cabeza estaba más que listo, pero la verdad es que parecía que nunca tenía tiempo para el.

Se levantó y camino hasta la cocina se ato el pelo y se dispuso a cocinar, Lia escoge minuciosamente en su repertorio, la pasta siempre es el plato estrella, era el plato favorito de ella y su tía,  había pasado un tiempo desde que ella y su tía no se hablaban, ni siquiera habían cruzado miradas. Ella cocinaba dejaba la comida en la puerta y cuando volvió el plato ya no estaba, luego aparecía en la cocina como por obra de magia, de alguna forma se las ingeniaron para no tener que verse las caras, y esto en gran medida hacia ñicos el corazón de lía, nunca se habían peleado como aquella vez, su orgullo superó su amor por su tía y eso la mantenía en un estado de supervivencia, ahora solo compartía con Brahms, debe admitir que se ha vuelto parlanchín desde que dejó de travarse al leer en voz alta.

Termino el plato estrella, sirvió la pasta en un plato, y busco un par de cubiertos. Tomo el plato y se dirigió arriba, cruzo el pasillo hasta estar frente la oficina de su tía, cuando llegó en vez de como de costumbre dejar el plato en el suelo, tocar la puerta eh irse, se armó de valor y alzó la voz.

—Voy a entrar.

Giro el pomo de la puerta y mientras las manos le temblaban y el corazón comenzaba a sentirse intranquilo, el rechinar de la puerta y el crujir de los primeros paso que había dado hacia adentro de la habitación, plantaron la incomodidad en el ambiente. Camino mirando el plato agarrando lo con fuerza, siguió su camino cabiz baja hasta el escritorio de su tía, levantó la cabeza despacio y dejo el plato en la mesa. Para su sorpresa nadie ocupaba su lugar, por lo general ella siempre estaba ahí, ¿entonces, dónde estaba? La confusión se apoderó de ella, dónde diablos se metió.

En ese momento recordó que ella y Brahms habían bajado la guardia, trago saliva tratando de que se disipará la idea de su mente de que lo habían atrapado. Dejo el plato despacio en la mesa y respiro profundo tratando de calmarse a sí misma, la sola idea le provocaba terror, si su tía lo descubre, no se va a quedar de brazos cruzados como lo ha hecho lía hasta ahora, tomara represalias en contra de Brahms, que pasa si él pierde el control y le hace daño. Se giro inmediato para ir en su búsqueda y en cuendo dió la vuelta la vio parada en el umbral de la puerta, casi como de un muerto viviente se tratara, en bata y con un café en la mano, parecía que recién se levantaba, tenía los ojos inchados y rojos, unas bolsas negras adornaban su rostro, sus aspecto desaliñado sorprendió a lía, nunca la había visto así, no siquiera en el pasado, cuando lo había pasado tan mal.

Ella sostuvo su mirada contra la de lía, nadie abría la boca, ni una sola palabra. Aún no estaba lista para esto, pero si no lo hacía ahora no lo haría nunca.

—Buenas tardes Tía.

Aguanto la respiración para que la voz no le temblará, no podía ocultar su ansiedad.

MyBOY. |Brahms Hellshire|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora