Capitulo 24: El preludio.

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La tarde paso demasiado rápido, no lo había notado y ya íbamos tarde. Lia estaba a nada de un ataque, gritando en por toda la casa que no encontraba su vestido, la habitación era un desastre.

Ella daba vueltas por todas partes con el cabello mojado y la toalla envuelta al cuerpo. Yo estaba tranquilamente recostado en la cama, listo desde más de dos horas, lo importante para sobrevivir cuando lia entra en ese estado es evitar el contacto visual.

La verdad es que entra en un estado parecido cuando hace limpieza profunda. Maniática del orden y Reyna del desorden al mismo tiempo, me reí para mí mismo y en ese momento ella volteo a verme.

Mierda. Trague saliva y desvié la mirada.

—Brahms.

Maldita sea, suspiré y la mire, mientras me analizaba con sus bonitos ojos azules, uno más claro que el otro. Un detalle hermoso y aterrador al mismo tiempo.

—Dime por favor que antes de arreglarte te duchas te. Oh dios, no te has recortado la barba...

—Lo olvidé.

Ella se giró, tomo una toalla y me la tiro en la cara. Dios me salve.

—¡¿Entonces porque mierda estás tan tranquilo?!

Grito mientras seguía con su tornado de desesperación, solo pido que encuentre ese maldito vestido de una vez y se vista porque no podré controlar mis ojos más.

Me levanté y camine hacia ella. La detuve y le bese la cabeza mientras acunaba sus mejillas entre las palmas de mis manos.

—Preguntale a tu tía. Ella debe saber dónde se encuentra.

Ella abanico sus pestañas analizando la idea un momento hasta que le hizo sentido.

—Claro, gracias.

Dijo con sus ojos pegados a los míos.

—¿Estas más tranquila?

Aún estaba algo tensa, lo podía notar. Pero un momento después suspiró profundamente y dejó caer su cabeza en mi pecho. Era tan pequeña apenas y llegaba a mi esternón. Acaricie su cabeza con cuidado y luego pase mis manos sobre su cintura y acaricié su espalda baja.

—Si. Es solo, ese vestido es importante para mí. No importa si no me lo colocó para la fiesta del pueblo, es solo que perderlo de vista me agobia—Murmuro lia pegada a mi pecho.

—Ya lo encontrarás—Seguí acariciando su espalda, y ella levantó la cabeza para mirarme.

—¿Y si no lo hago?—Sus ojos vidriosos me miraron y casi se me rompe el corazón.

—Lo harás pequeña.

—Era de mi madre. Es lo único que tengo de ella—Su voz se quebró y no aguante mas. La tomé de abajo de los muslos y la sujete, para tenerla de frente.

—Calma. Yo sé que podrás encontrarlo y si no puedes yo lo haré. Después de todo no se pierde un alfiler en esta casa sin que yo sepa—Dije con suavidad tratando de brindarle algún consuelo.

Una lágrima rodó por su mejilla y se la limpio rápidamente sin dejar de mirarme. Delineó mi rostro con sus finos dedos, concentrándose en aquello, me observaba como una persona observa una obra de arte. Dejé que me tocará, incluso la cicatriz de aquella quemadura, que de solo verla me causaba un dolor inimaginables y sentirla era aún peor. Pero ella no estaba asqueada ni aterrorizada, nunca me miró así. Estaba raramente fascinada con cada una de mis cicatrices, lo sé, porque cada vez que tiene la oportunidad de mirarlas o siquiera tocarlas lo hace y se olvida del resto del mundo, justo como ahora.

MyBOY. |Brahms Hellshire|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora