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Al cabo de unos minutos, ya estábamos en la gasolinera, iba a darle las gracias al misterioso chico, pero cuando volteé ya no estaba. Fue algo muy raro, pero le hice caso omiso y le puse gasolina al carro y nos fuimos a mi casa.


Llegué a mi casa y lo único en lo que pensaba era en dormir, dejé a Tori dormida en el auto y entré a mi hogar. Lo primero que hice fue buscar mi habitación y dormirme en mi cama.


****


De pronto, me desperté, parecía ser de madrugada, como las 3:30 am. Sentía que me observaban, cuando me senté en mi cama, para ver mi cuarto; me topé con la silueta de un chico, me asusté un poco pero, sentí paz al ver sus ojos, esos ojos verde esmeralda que brillaban con intensidad en la oscuridad de aquella noche, pero esta vez, su mirada parecía desalmada; prendí la luz y cuando vi, no había nadie.


De pronto, escuché un ruido proveniente de la sala, fui a ver el causante de aquel extraño sonido y cuando llegué vi a Victoria, despeinada y con una cara de adormilada, me veía con cara molesta.


-¡Sam! No me vuelvas a hacer eso...- lloriqueó.


-Lo siento Tori, pero no te iba a cargar como princesita hasta mi casa, ¡Estaba muy cansada!-


-Esta bien Sami, ahora... ¿Donde puedo dormir?- preguntó.


-Puedes dormir en el sofá, te busco una cobija y una almohada- dije mientras me retiraba.


-Gracias Sami- diciendo ésto se sentó en el sofá a esperar.


Fui a mi cuarto a buscar la sábana y la almohada para Tori, cuando entré me topé con su silueta de nuevo y esos ojos me observaban, me atreví a hablar.


-¿Quién eres?- le pregunté, algo nerviosa.


Al escuchar mi pregunta, vi como sus ojos, antes desalmados, cobraron un brillo inexplicable. Al final escuché un pequeño susurro del viento.


-Eres tú, la elegida...-



Conquistándome desde el InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora