—¿No me voy a librar de ver tu cara ni un solo día más de mi vida?
Neil esbozó media sonrisa irónica antes de responder:
—Yo también me alegro de verte.
Era lunes y casi la hora de comer. Neil acababa de salir de su última clase del día y hacía apenas un par de minutos había recibido un mensaje de Colette diciéndole que si podía llevar a Kenickie al piso también, así que no le quedaba otra que presentarse en la facultad de Música y Bellas Artes. No tenía ni su número ni lo seguía en Instagram para decirle que él lo llevaba.
Kenickie puso los ojos en blanco, pero sonrió un poco mientras bajaba las escaleras de su facultad.
—¿Qué haces aquí? ¿Te estás follando a alguno de mis compañeros de facultad? —le preguntó directamente cuando llegó junto a él.
No pasó por alto que dijera «alguno» y no «alguna», pero no mencionó nada al respecto.
—No —le contestó un poco irritado. Luego frunció el ceño—. Creo. Me ha mandado Colette a buscarte.
—Le he dicho que podía ir en bus.
Neil se encogió de hombros.
—También tengo que llevar a Daryl, así que...
—¿Está en clase?
Neil asintió
—Le queda como una hora para salir, pero si quieres te llevo a ti antes.
El chico asintió con la cabeza antes de recolocarse un poco la bolsa de tela que llevaba con los utensilios que había utilizado en clase. Neil no lo había visto desde el viernes en la fiesta y nada parecía haber cambiado en su aspecto, pero lo percibía... diferente, de alguna manera. No sabía qué era ni cómo le afectaba, pero estaba distinto.
—¿Te importa si nos pasamos por mi residencia antes? —le preguntó Kenickie, que no se había dado cuenta de que se le había quedado mirando. Menos mal—. Tengo que soltar todo esto.
—Como quieras.
Mientras caminaban bajo el sol de mediodía rodeados de alumnos que salían de sus clases, Kenickie lo miró de soslayo. Aquel día llevaba los rizos menos peinados que de costumbre y su mirada cerúlea parecía más intensa bajo la luz del sol.
—¿Siempre haces de chófer de todo el mundo?
—No siempre. Solo con la gente que me cae bien.
Kenickie alzó las cejas y se volvió para mirarlo directamente.
—¿Así que te caigo bien?
—Tú no. Colette. —Pero no pudo evitar la pequeña sonrisa divertida que le tironeaba de la comisura de los labios.
—Lo que tú digas. En algún momento tendrás que reconocerlo.
—Que lo reconozca implica que me caigas bien, y no es el caso.
Kenickie puso los ojos en blanco antes de cambiarse la bolsa de tela de hombro. Llevaba una camiseta sin mangas, así que Neil pudo ver que el peso le había dejado una marca roja en la piel. Frunció un poco los labios.
—¿Pesa mucho? —La pregunta se le escapó antes siquiera de pensarla.
Ken juntó un poco las cejas, desprevenido.
—Sí, un poco. Pero no pasa nada.
Neil tuvo el vergonzoso impulso de ofrecerse a llevarla él mismo, pero se contuvo. Se llevaban mal y apenas se conocían, debía tenerlo más en cuenta.
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Plus ultra
Teen FictionNeil ha alcanzado el momento de su vida que siempre ha soñado: vive con sus amigos, estudia lo que le gusta y sus únicas responsabilidades son aprobar, llamar a su madre regularmente y cumplir con las tareas que le tocan. Sale de fiesta, se lía con...