[único]

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Terrible.

Sin fundamento.

Incorrecto en todos los sentidos posibles.

Extremadamente equivocado.

Hay un millón más de palabras que pueden definir perfectamente lo que está pasando aquí. Nada bueno está pasado, de todas formas. ¿Una espalda contra la pared casi haciéndose parte de la estructura y un cuerpo mucho más pesado fusionándose sin premura? Estaría bien en otro contexto, no en este.

—Necesito. Respirar —escucha que le dice, apenas en un murmullo.  

— No, no lo necesitas —responde sin más.   

Sin perder su concentración Jongin hace un ligera presión en el cuello que con vehemencia está sosteniendo y para sus adentros, emite una especie de sonrisa porque le complace el pequeño gemido de excitación que salió de la garganta de la persona que ahora mismo no puede escapar su pequeña cárcel hecha de brazos, manos y caderas. 

No debería estar haciendo esto, es lo que como mantra se repite una y otra vez, cada día pasa lo mismo, cada día dice que será la última vez, cada día se despide pensando que ya ha saciado su perturbadora sed y que al día siguiente estará curado y que ya no tendrá que escabullir se entre los pasillos hambriento buscando a la única fuente que puede saciarlo después de haberle enviado un burdo mensaje que dice "veámonos en cinco minutos" 

Todos los días cree que será el final y que por fin ha acabado su terapia de re-conversión y que va a poder ser normal, pero miserablemente, todos los días falla. Falla cuando le ve, falla cuando pasa por su lado y puede oler su perfume incluso cuando ha llovido y hay un aroma a petricor dominando en todo el campus, falla cuando le escucha cantar en su clase de teatro, falla, falla siempre falla.

Jongin quiere pararlo, debería hacerlo. Tendría que estar enumerando ahora mismo todas las razones por las que hacer esto no está bien. Hay una reputación que mantener, es un líder dentro y fuera del campo de juego. Él es el epítome de masculinidad, de sensatez, de buena imagen. Kim Jongin proyecta todo lo contrario a la imagen que está mostrando en este momento.

Justo ahora, Kim Jongin es un necesitado, un mendigo sediento de atención, y no cualquier atención.

Sediento de la atención de un don nadie, un estudiante sin mérito, sin estrella, sin brillo. Un tal Do Kyungsoo. 

Jongin coge de la cintura a Kyungsoo y lo apega más a sí mismo, Kyungsoo tiene la ropa un poco mojada y desprolija, la camisa se le levanta constantemente debido a que Jongin le sujeta muy fuerte al abrazarle, esto hace que cachos de aquella piel blanca y fría queden expuestas y que  Jongin pueda tocar. No debe, claro que sabe que está mal tocar de forma tan necesitaba la piel de un hombre, pero también está mal besarlo como si el mañana no existiese y allí estaba, besando con dientes y lengua a Do Kyungsoo, este pusilánime, este don nadie, este... 

—Jongin, n-necesito irme. Tengo c-clases. 

—No, no te vayas aún, por favor.

Un tonto, eso era Jongin. Una pequeña partícula de nada en las manos de Do Kyungsoo. No importaba cuánto afán le pusiera Jongin a sus pensamientos acerca de que Kyungsoo no  significa nada para él, simplemente no es así, el mismo Jongin se debate entre dos. El Jongin modelo de humano perfecto en una sociedad moralmente estricta, el orgullo de sus padres y el ejemplo de cómo debe ser un estudiante que desea alcanzar el éxito, y el Jongin que sólo existe en los brazos de Kyungsoo. 

Uno es fuerte y seguro de sí mismo, pero el otro es temeroso y débil. El otro no puede ver a Kyungsoo a menos de veinte pies de distancia de otro ser humano —sea chico o chica— porque que reduce al Jongin cuerdo y entero a un manojo de nervios que es capaz de sacar al chico  de sus clases con la tonta excusa de que lo solicita el director para poder increparlo y preguntarle quién era ese tonto rubio con  el que estaba hablando hace un rato. 

Meet Me Back In 5 → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora