14. Tú alfa, omega

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Capítulo 14: Tú Alfa, omega.

El clima cálido y agradable abrazó a los dos amantes, Harry satisfecho de estar cerca de su alfa, y aún más satisfecho de ver al castaño en el nido que construyó, el más bajo parecía cálido, saciado y muy, muy cómodo en el montón de mantas. Después de unas cuantas rondas más de sexo muy caliente - y deliciosamente relajante según el omega -, el moreno recibió un buen masaje en su espalda adolorida, el celo y las posiciones en que se coloco terminaron exigiendo mucho a su cuerpo, que no estaba acostumbrado a recibir un alfa en el período de calor, por eso las puntadas en sus caderas, la cierta molestia en su trasero y las palpitaciones en la parte baja de la espalda era lo mínimo que se esperaba.

Pero podía decir que valió la pena, esas ligeras molestias no tenían un porcentaje de importancia en comparación con el placer, la complicidad y el vínculo que se fortaleció cuando pasaron por ese momento íntimo y sensual juntos, para ser honesto, Styles no recordaba ser tan feliz antes como lo era ahora, el calor que se esparció por todo su cuerpo en los días anteriores, ahora parecía hacer posada en su pecho al observar al hermoso alfa a su lado estirándose. Louis ahora despertándose con una leve sonrisa en su rostro, brazos extendidos hacia arriba y un estiramiento que le hizo tronar la espalda, "Mmm..." murmuró, los ojos hinchaditos y entre abiertos solo para asegurarse de que su omega todavía estuviera allí, a su lado.

Al igual que Harry, Louis se sentía como el lobo más afortunado y feliz del mundo, estaba radiante, era posible darse cuenta de lo bien que esos días le habían hecho uno por el otro, incluso con la confusión que causó el ser un alfa inexperto tratando el celo de un omega, al empresario le gustaría despertarse todos los días de su vida de la misma manera, dentro del nido que olía a él y su amante, escuchando el dulce ronroneo de un omega satisfecho y de mejillas rosadas, que se acercó tan pronto como se dio cuenta de su despertar, para lamer suavemente las mejillas del castaño, cuidando del alfa. "Buenos días..." saludó con voz ronca, no antes de que volteara su cara hacia el lado opuesto del moreno, a pesar de ser bastantes íntimos, Louis no quería que el chico fuera víctima de su aliento matutino, no cuando estaba siendo tan dulce y dándole un baño en la cama.

El rizado respondió con un murmullo, pecho temblando con un ronroneo suave y contento, ocupado en oler, perfumar y lamer a su alfa, queriendo complacer al hombre que cuido bien de él, incluso con los errores, Louis aprendería, y si ese celo había sido satisfactorio, con toda seguridad los próximos llevarían al omega al cielo. Lamió la mejilla que estaba a su disposición, luego se estiró hasta el cuello del empresario, gimiendo satisfecho al ver las marcas de amor que colocó anteriormente en la piel bronceada, rojas, purpuras y algunas de un rosa suave casi imperceptible; Harry estaba produciendo sonidos tan dulces, cubiertos de miel y suaves como la seda, sonidos que Tomlinson estaba aprendiendo a diferenciar y comprender, sonidos únicos de un omega que tenía un alfa para amar y ser amado, cuidar y ser cuidado, proteger y ser protegido.

"Mhm, un sonido tan dulce, omega..." murmuró, ojos aún cerrados, una de sus manos yendo a la espalda del rizado, logrando filtrarse por debajo de la axila del chico que estaba prácticamente sobre él, deslizándola a través de la espalda suave hasta las blandas caderas, siguiendo hasta el culo redondito, descansando ahí su palma en una caricia suave, apretando y soltando primero el montículo izquierdo, repitiendo la misma acción en la otra mejilla sedosa, recibiendo a cambio de la caricia un gemido alto y eufórico, junto a una leve mordidita cerca de su manzana de adán.

Jadeando visiblemente, el omega maulló, tan feliz que era difícil guardar esos sentimientos en su pecho, demostraba lo que estaba sintiendo a través de sus sonidos y cuidados "Mm, alfa..." habló, escalando el cuerpo del más bajo para poder presionar su mejilla en la mejilla del alfa, frotando sus rostros en una caricia un poco áspera, gracias a la barba por parte del castaño, pero aún así reconfortante para el omega que tenía innumerables sensaciones burbujeando en su estomago y corazón.

Encontrado no es robadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora