Capitulo 1: Una extraña sensación.

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Años pasaron desde que Arthew decidió adoptar a Adeline y criarla como una hija propia. Próximamente venía el cumpleaños número 15 de Adeline y ambos estaban bastante emocionados por la fecha.

Adeline para ese entonces ya llevaba varios años yendo al colegio del pueblo donde tenía varios amigos. Entre estos, se encontraba Haypasia, la mejor amiga de Adeline e hija de un buen amigo de su padre.

Haypasia y Adeline solían juntarse todos los recreos a hablar, puesto que estas dos estaban en diferentes cursos.

-Sisi, el Mailo está como que medio raro, se para en dos patas y baila al rededor del Brayatan y....¿¡Oye, me estas escuchando?!-

Haypasia preguntó. Adeline no se veía muy bien ya que se mostraba incómoda, estaba con la mirada perdida y hacía pequeños movimientos repetitivos con las manos.

-Si... Es solo que me siento algo extraña.- 
Haypasia al escuchar eso se muestra preocupada.  -Extraña como? Te duele algo? Quieres irte a casa?-  Adeline negó con la cabeza. -Me pica mucho el cuerpo... entre que me pica y me arde.-

-Aaah... Ya veo. A mi me pasó lo mismo hace tiempo, me dijeron que es normal. Seguro es porque estás creciendo! No te preocupes, ya pasará.-

Ambas soltaron un par de risas antes de volver a lo que estaban. Adeline luego de eso se sintió mejor y mas calmada al respecto, aunque en el interior aún sentía que algo no andaba bien.

Pasaron 3 semanas y la picazón (que se había transformando en dolor) no pasaba. Adeline quedó acostada en su cama, la incomodidad era tal que cualquier movimiento haría que la piel le ardiera.

Gracias al dolor que sentía, Adeline había sido incapaz de ir al colegio durante los últimos días, así que a su padre le tocó encargarse de ella.

-¿Cómo te sientes, mi niña?- Preguntó Arthew, asomando la cabeza por la puerta de la habitación de Adeline.

-Bien, ya casi no me duele!- respondió la niña con voz tranquila. En realidad le seguía ardiendo la piel de manera casi insoportable, Adeline solo lo negó para no preocupar aún más a su padre.

-Uff, me alegro muchísimo, ¿No necesitas que te traiga nada? ¿Comida, bebida...?- Adeline negó con la cabeza

-No, no te preocupes. Eso si, me gustaría salir un rato... Hace días que no tomo aire fresco!- Arthew, después de dudarlo un poco, aceptó la petición de Adeline.

A Adeline desde que era una niña pequeña la encantaba ir al bosque a pasear y jugar con los animalitos e insectos que habían allí. Ella siempre había sido una amante de los animales y había tenido una increíble facilidad para llevarse bien con ellos.

Luego de pasear un buen rato por el bosque, Adeline se topó con un pequeño claro que estaba cubierto de pasto largo donde decidió descansar unos minutos.

Se acostó en el pasto y noto que el frío de este le aliviaba un poco el dolor que tenía en su piel, por lo que se relajó y se quedó dormida.

Pasadas un par de horas, Arthew ya empezaba a preocuparse por Adeline puesto que ella no volvía a casa. Fue entonces que decidió salir a buscarla.

Arthew se metió en el bosque y comenzó a gritar el nombre de Adeline pero no hubo respuesta, miró por todas partes del terreno que conocía del bosque hasta que encontró a su hija durmiendo en un claro un poco más allá de un gran árbol que marcaba la zona conocida de la desconocida.

Arthew se disponía a despertar a su hija pero antes de hacerlo notó que el pasto estaba formando ondas que fluían al rededor de ella... Se veía hermoso, casi mágico.

Al quedarse quieto y en silencio mirando la escena que se presentaba ante sus ojos, Arthew notó la tranquilidad del ambiente. Los animales pasaban tranquilamente por los alrededores, se lograba oír el agua que fluía por los ríos cercanos, el sonido de los árboles al moverse junto al viento, los pájaros cantando a coro...

Fué entonces que Arthew decidió dejar dormir a su hija, por mientras se apoyaba en un árbol para descansar él también.

El despertar de AdelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora