Capítulo 2

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Las fiestas del pueblo habían llegado, mi evento favorito que nunca me perdía, lleno de música, colores, risas, ruidos, bailes y personas.

Estaba con toda mi familia paseando por las distintas atracciones que había mientras comíamos algo, llamándome la atención en el escenario como había una danza interpretativa sobre las leyendas de la región y unos niños bromeando con enfrentarse a las leyendas sin temor, personalmente no creía en las leyendas pero aún así nunca se me ocurriría jugar con eso.

Me quedé mirando el baile junto con mi prima durante un tiempo cuando escuche un silbido en la lejanía, voltee para ver quién había hecho ese silbido tan curioso, pero no vi a nadie.

No le tome mucha importancia pues habían demasiadas personas y era muy probable que no viera a esa persona, pero aún así quería saber quién había silbado de esa manera tan particular y fuerte que parecía que se escucharía hasta el cerro, asi que segui buscando.

Mientras estaba buscando por pura curiosidad y fascinación por esa persona, un toque en mi hombro me hizo voltear hacia mi prima con confusión al verla preocupada -¿Qué pasó Regina?-

-Celia...tienes una marca en la mejilla- Regina señaló preocupada mi mejilla, cosa que por reflejo me la toco y trato de quitarlo -¿Ya?- pregunte y ante la negación de mi prima me fui al baño para revisar mi cara

Apenas me vi en el espejo solté un grito de sorpresa y miedo, por suerte estaba sola o sino las que me hubieran escuchado me mirarían raro o preocupado por mi.

En mi rostro había una gran cicatriz negra que era más profunda en mi mejilla y se extendía hasta mi ojo y cuello, como si eso no fuera preocupante, no se detenía la marca, se seguía extendiendo por todo mi lado izquierdo.

Estaba asustada y desesperada, trataba de limpiarme donde veía la marca pero nada funcionaba, me empezaba a alterar sintiendo que no respiraba y que mi corazón se saldría de mi pecho.

Me moje la cara tratando de calmarme, dando largas respiraciones sin ver la marca en mi cuerpo, solo mirando como goteaba lavamanos hasta calmarme.

Levante la mirada para mirarme al espejo, mi cara mojada y agitada, la cicatriz había desaparecido y una la sombra de un charro me acompañaba.

Espera...

La sombra de un charro...

Mi mente se congeló, mis ojos se abrieron a la par de que mi cara palidecía, el corazón se me salió del pecho, la respiración se detuvo, todo mi cuerpo temblaba peor que en invierno.

Todo mi ser se congeló sintiendo que mi alma era robada sin dejar de mirar los ojos rojos y fríos como el infierno, sintiéndome raramente atraída pero de una manera aterradora en la que parecía que ya no podía controlar mi cuerpo.

Me quedé congelada sin poder moverme ahogándome en mi propio miedo, tratando de calmarme repitiendo me que eso no era real.

Pero el verlo extender la mano hacia mi y sentirlo, hizo que mis piernas al fin respondieran y corrieran fuera del baño, escuchando una carcajada proveniente de este.

Corrí y corrí sin rumbo fijo, solo quería huir lejos del baño, sin importarme si me quedaba sin aliento.

Y cuando sentía que no podía correr más escuchaba escuchaba el cabalgar de un caballo, al voltear lo vi a él.

Lo mismo que vi en el baño...

Vi al charro montado en un caballo caballo negro...

Mirándome directamente con sus ojos rojos que me helaba el alma

Volví a huir yendo cada vez más rápido entre más escuchaba el galopar del caballo.

Las emociones me abrumaban que las lágrimas empezaron a salir sin dejarme ver a donde corría.

Princesa de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora