Capítulo 8

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Abrí los ojos con cierto miedo pero cuando los abrí sentí una presión en mi pecho, mis piernas temblaban y la respiración me faltaba, pero no importaba, ya no estaba en el campo de agave, ya no estaba en el territorio del Charro Negro, estaba en un cerro rodeado de arboles.

No pude soportarlo más y caí de rodillas para tomarme un tiempo para llorar de la alegría, era libre, tenía una oportunidad de que mi padre me encontrara, de volver con mi familia.

Caminé por todo el lugar con cierta alegría de al fin poder respirar aire fresco pero también sentía un miedo de que el charro estuviera cerca y me arrebatará esta libertad. Llegué a las casas que formaban un pueblo rodeado de mucha luz al igual que era muy ruidoso comparado a la casa del charro por lo que me aturdió unos momentos pero seguí con mi camino en busca de un indició de donde estaba.

Me asomé por una de las tiendas para poder pedir indicaciones, en mi búsqueda de alguien a quien pudiera preguntarle me quedé embobada mirando las noticias en esa gran televisión que vendían.

-Y en otras noticias, la búsqueda de la joven Celia Mondragón sigue en pie- esa soy yo, mi foto estaba en las noticias, eso me dio una esperanza de que mi familia no se había rendido.

-La policía aún no han encontrado ninguna pista de su paradero o del sospechoso al que la familia describió como un hombre de tez morena, cabello negro con barba y bigote por todo su rostro, ojos de color café rojizo, iba vestido con un traje de charro de color negro, montado en un caballo- ese era el charro, claro que no lo encontrarían, ¿Cómo se atrapa a un demonio que se convirtió en una leyenda?

-¿Puedo ayudarla en algo?- la voz de un vendedor me distrajo de la televisión hasta el punto de sobresaltarme.

-Si, ¿podría prestarme su celular? es que el mío se perdió y tengo que llamar a casa- vaya, mi primera interacción después de tanto.

Solo vi como el chico sacaba su celular de su bolsillo para entregármelo justo en el teléfono, no perdí más tiempo y marque al número de mi casa.

-¿Bueno?- escuché al otro lado de la línea, sentía que me iba a desmayar solo por escuchar esa sola frase, pero me contuve.

-¿Mamá?- dije con la voz temblorosa aguantando el llanto, escuché como la respiración se agitaba en el otro lado antes de escuchar la misma voz rota como la mía -¿Hijita? ¿De verdad eres tú?-

-Si mamá, logré volver-

-¿Pero cómo? ¿Dónde estás? ¿estás bien? ¿te están siguiendo?- empezó a preguntar mi madre preocupada a lo que yo solo pude soltar una risa ahogada, dios, extrañaba escuchar las preguntas de mi madre.

-Estoy bien, mamá- me dirigí al chico para preguntarle dónde estábamos y volver con mi madre- Estoy en la tienda Aureola, en Tolura- por suerte no acabé muy lejos.

-Bien cariño, quédate ahí, tu papá irá por ti-

-Esta bien, adiós- y con eso, colgué emocionada de al fin ir con mi familia.

Le entregue el celular al chico para luego buscar un lugar donde sentarme y esperar a mi papá con tanta emoción que no podía quedarme quieta.

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Después de tanto tiempo y casi dormirme del aburrimiento cuando escuche la voz de mi papá.

-¿Celia?- me levanté de golpe para ver a mi papá con una sonrisa y lágrimas antes de abalanzarme a él para abrazarlo con fuerza.

Estaba más desarreglado y se le veían ojeras, eso por algún motivo me hizo feliz porque significaba que me había estado buscando y no se había rendido.

Sentí sus brazos rodeándome con calidez como siempre lo hacía, de verdad lo extrañaba tanto que no pude controlar mi llanto -Ay mi princesa, pensé que ya no la vería nunca más-.

Nos quedamos abrazados por un rato más hasta que mi papá se separó para darme un beso en la frente -Ya verá que todo volverá como antes- retiró el cabello de mi rostro para mirarlo con lástima y miedo -Y buscaremos cómo deshacernos de esta horrible marca al igual que la alejaremos de ese maldito Charro Negro, pero primero debemos descansar-.

Eso me dio la esperanza que necesitaba, ahora todo estaba bien, estaba con mi papá yendo a un hotel para descansar y luego reunirme con mi familia.

-No puedo esperar a ver a mamá, mis abuelos, mis tíos- dije emocionada mientras me acostaba en la cama del hotel -También tengo muchos vestidos que a Regina le encantaran- iba a mostrarle a mi papá pero su rostro se veía preocupado y triste.

-¿Qué pasa papá?- estaba preocupada por él y de cómo había cambiado solo por mencionar a mi familia, él solo se sentó en su cama dándome la espalda.

-Ya no verás a tu tía ni a tu prima- eso me sorprendió y preocupó aún más.

-¿Por qué no? ¿Acaso fueron de viaje?- tenía la esperanza de que fuera algo parecido pero el silencio de mi papá me confirmaba que no era eso.

-Cuando fuiste secuestrada por el Charro Negro empezamos a buscar como traerte de vuelta y con eso recordamos el trato que había hecho nuestro ancestro, la princesa de su corazón a cambio de una vida llena riquezas-

-Y como sabes, Regina es la mayor entonces ella debía ser la que el Charro Negro reclamaría como esposa pero te reclamó a ti y eso solo significaba una cosa-.

-Ella no tiene la sangre de la familia- murmuré sorprendida y triste mirando hacia otro lado.

-Así es, tu tío le reclamó a tu tía, se divorciaron y las echo a ambas de la casa y desde entonces las cosas han estado tensas- suspiró pesadamente, todo eso era muy triste y difícil de digerir, Regina fue como una hermana para mi y ahora cuando volvería no la encontraría a ella ni a mi tía.

Me acosté mirando al techo con tristeza, la alegría de ver a mi familia reunida de nuevo se había desvanecido demasiado rápido y la culpa llegaba.

Si no fuera por mí todos estarían reunidos y felices, si no me hubieran llevado, mi tío no sabría que mi prima no era su hija.

Tenía un nudo en la garganta y estómago que me faltaba el aire, escuchaba como mis tíos me gritaban por nacer, por hacer que se separaran, veía el rostro de mi prima, se veía destrozada.

Era mi culpa, todo era mi culpa.

El cansancio fue lo que me hizo dormir un poco y escapar de la culpa que tenía.

Princesa de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora