†Capítulo 9†

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Después de una agotadora noche de trabajo de cumplirle los deseos a los avariciosos de los humanos, paré un poco detrás de un bar para poder tomar un respiro y tequila, dejando al caballo que tome agua y descansará.

Taché nombres y agregue unos nuevos en la libreta de todos los deudores que he tenido, era una noche tranquila pero había algo que me inquietaba, la tranquilidad se sentía melancólica e inquietante.

Quizás porque estaba en un bar pero aún así comencé a caminar a alrededor para buscar la causa de esa melancolía.

Pero no la encontraba, pensaba que era una de esas noches tristes de siempre, hasta que ví que todos estaban festejando y riendo.

Entonces ¿De dónde venía esa melancolía?

No fue hasta que miré el anillo que tenía que la recordé, a lo mejor era ella la que estaba triste y hacía que todo estuviera tan apagado, quizás debería darle algo para alegrarla un poco, así me quito este ambiente deprimente que me molesta para trabajar.

Así que me subí al caballo para buscar algo que darle a Celia, mientras seguía cobrando a los deudores que me faltaban.

Pasaba por las calles, asustando a algunos borrachos que pasaban, cuando algo captó mi atención, una panadería, la cual recordaba de hace algunos años, revise mi libreta y estaba en lo correcto, esa panadería la había visitado algunos años, cuando apenas era una casa que vendía panes con recetas antiguas pero de la noche a la mañana se volvió muy famosa, gracias al trato que hizo conmigo.

Entré tranquilo, haciendo sonar la campana de la tienda, mirando a aquel hombre que contaba el dinero mientras sacaba mi látigo.

—Lo lamento, estamos cerrados...—el hombre se quedó pálido apenas me vio, casi se le caía todo el dinero en sus manos, cosa que me hizo reír.

—¿Ni siquiera a tu socio comercial? — Antes de que pudiera escapar, lo atrapé con mi látigo, dejándolo en el suelo luchando por librarse , aventándome todo lo que tenía a la mano pero no me importaba, solo me acercaba cada vez más.

—¡Por favor perdóname! ¡Tengo una familia ahora! ¡Tengo que cuidarlos! ¡Tengo que vivir! — suplicaba con fuerza, como sí eso evitara que me llevara su alma —¡Puedo darte lo que quieras! ¡Solo pídeme lo que sea y te lo daré! ¡Solo perdóname la vida! —.

— ¿Crees que tengo algo que deseo? — le respondí con una sonrisa diabólica — Soy el Charro Negro, con un chasquido puedo crear todas las riquezas posibles, no hay nada que no pueda tener, así que nada de lo que me puedes ofrecer va hacerme cambiar de opinión —. Lo tomé con fuerza del rostro para que ya guardara silencio con mi mano sin ningún guante, mirando como se agrietaba cada vez más hasta que después de unos segundos, el hombre suplicando por su vida se convirtió en cenizas que el viento se llevó con facilidad.

Estaba a punto de irme, pero luego recordé a Celia, así que me puse a buscar algún postre que le gustara y la alegrara. Escogiendo de todos los postres, algunas conchas con forma de tortuga y roles de canela que estaban guardados como si fueran paletas gigantes.

—Ha...tal parece que si tenías algo para ofrecerme — murmuré a donde estaban las cenizas, dejándole el dinero que valía todo lo que me llevé, justo encima del mostrador antes de cerrar todo el lugar y así irme de ese lugar.

Con un silbido abrí el portal para entrar montado en el caballo y llegar con Celia.

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Al llegar le di el caballo a uno de mis sirvientes para entrar a la finca, siendo recibido por algunos de los sirvientes que guardaron mis cosas y me quitaron el saco y el sombrero, pero sentía algo raro en ellos, estaban más asustados de lo normal, cosa que me hizo sospechar —¿Dónde está ella? —les pregunté, ellos solo se asustaron aún más, definitivamente había algo mal en todo eso.

—¿A quién se refiere? —la ignorancia de los sirvientes me hizo enojar aún más, tomé a uno de la muñeca con fuerza y quitándome uno de los guantes y acercando mi mano a su rostro, amenazando con tocarlo.

—Ya sabes a quién me refiero— apreté con más fuerza la muñeca de aquel sirviente y mi mano comenzó a rozar su mejilla, agrietando la mejilla poco a poco —¿Dónde está Celia? — mi ira crecía cada vez más, asustando a todos los sirvientes de alrededor, al que estaba agarrado estaba al borde del llanto, temblando sobre mi agarre, esperaba hasta que la desesperación surtiera efecto y soltara lo que ocultaba.

— ¡Desapareció! ¡No sabemos dónde está! — gritó llorando, eso solo hizo que me enojara aún más.

—¡¿Cómo que desapareció?! — solté de manera brusca al sirviente antes de comenzar a buscar por todo el lugar a Celia.

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Estaba en su habitación, había buscado por toda la maldita finca, de arriba a abajo, hasta busqué en el establo y los campos de tequila, pero no estaba en ningún lugar.

—¡Carajo! — grité golpeando y tirando todo lo que estaba a su paso, destrozando toda la habitación de Celia, ella se había escapado y no sabía cuando lo había hecho, podía estar en cualquier lado, hasta pudo haberse ido del país en todo este tiempo, no tenía tiempo que perder, no iba a perder mi pago, no después de siglos esperándolo.

Miré la bolsa con los panes que había traído para alegrar a esa niña, solo lo tiré a la basura antes de irme con prisa a buscarla, abriendo un portal y comenzar a buscar pueblo por pueblo, siguiendo mi ruta de esa noche, pensando que de nuevo tardaría mucho tiempo en encontrarla de nuevo, cuando recordé el ambiente melancólico en uno de los pueblos, ahí era donde debía estar.

—Cuando te tenga, me aseguraré de que no salgas ni siquiera de la finca, maldita mocosa—.

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Hola gente que lee la historia, primero, gracias por leerla, no creí tener 1K de lecturas pero gracias por eso.

Y perdón por estar un tiempo sin escribir, pues he estado llena de trabajos al igual que un bloqueo por que no sabía como escribir en la perspectiva del Charro Negro, pero en unas semanas estaré libre y tratare de escribir seguido, al menos hasta llegar a la mitad de la historia. 

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⏰ Última actualización: May 21 ⏰

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