| Carta 12 - HL |

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Baltimore, Maryland, EE.UU. 
22/Agosto

Pequeño y dulce Will,

Me encanta la idea de casarme contigo. 
Debo de confesar, que siempre me he sentido casado desde el primer momento que nos conocimos, y por ese motivo, no tienes nada de qué temer. 

Soy tuyo hasta que muera.

Siempre lo he sido. 
Cada segundo que transcurre, no hay día que no piense en ti, y estoy seguro que nuestro pequeño también lo hace.

No son sueños peculiares, en realidad se le llaman sueños proféticos, creo que él está intentando mandarte un mensaje de su pronta llegada.

Adam
De sólo mencionarlo se me eriza la piel. 
El nombre que has elegido es precioso...

Sangre. Hombre hecho de la tierra roja.

Creo que refleja perfectamente nuestra situación en estos momentos.

El doctor Sutcliffe ha dicho que estoy en perfecto estado, nuestro pequeño que yace dentro de mí, crece con total devoción. Nuestra vecina, la señora Komeda ha sido de gran ayuda, tan servicial ante mi actual estado; que hasta se ha ofrecido a realizar una fiesta de bienvenida para el bebé.

Me he negado, porque no hay nada de que celebrar en estos tiempos de guerra.

Por cierto, tu padre ha venido de visita.
Lo sabe.
Sabe que estoy esperando un hijo tuyo, se ha puesto alegre, quiere estar al tanto de mi estado; tal vez como un favor para ti. Aunque tengo el presentimiento que él te está reflejando en el bebé.

Hoy, he decidido ir de compras.
Todo me ha recordado a ti.
He terminado comprando unos ridículos mamelucos con estampado de perritos y peces, un par de peluches de ciervos y un móvil para la cuna en forma de libélulas; cuando los he visto, tu imagen se me ha visualizado, sé que lo comprarías para nuestro pequeño.

Tu amado, 
Hannibal Lecter – Graham.


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Baltimore, Maryland, EE.UU. 
23/Agosto

Amado Will,

Tus preocupaciones son ciertas.
Puedo olerlo en las cartas, es algo sutil, pero está ahí presente, está en cada palabra, cada punto y coma. 
No es estrés. 
No es fatiga, o, una simple migraña. 
No. 
Lo que alberga dentro de tu cabeza es algo más grande.  
Apesta. 
Huele a pudrición, a mal encarnado.

Todavía no lo descifro; Si tan sólo pudiera olerte físicamente... Si estuvieras a mi lado, yo me encargaría de que desapareciera todo tipo de pesar.

Hannibal Lecter – Graham

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