| Carta 18 - HL |

95 15 0
                                    

Baltimore, Maryland, EE.UU.
14/Febrero

Mi amor,

Por favor, que tu buen juicio no te ciegue. 
Me encuentro bien. 
Nuestro hijo está bien. 
NOSOTROS estamos bien. 
Yo... No puedo. 
No podemos continuar de esta forma. 

Hannibal

჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻

Baltimore, Maryland, EE.UU.  
16/Febrero

Will... 

Will... Mi querido Will...

Está hecho. 
Lo he hecho. 
Has provocado que rompa la promesa de no enviarte estas cartas.

He ido hasta la oficina de la base militar. Me he sentado en la sala de espera por 4 horas, viendo a jóvenes en listándose, familias recibiendo malas noticias, soldados yendo a un destino trágico, sin tener idea de que regresaran a casa... 

Veo mi reflejo —triste y desconcertado— atreves del tenue vitral, tu imagen se hace presente a mi costado, tomas mi mano y una pequeña corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, se siente tan real que por un instante pienso que estás ahí, pero en el momento que volteo a verte... Todo se ha esfumado. Mis pensamientos son interrumpidos por un oficial —déspota e intransigente— de alto rango.

Todo fue en vano. 

Él se ha negado.

Me ha negado la petición de enviarte esta carta a pesar de que le dijera que te encontrabas delicado de salud.

El hombre se ha reído en mi cara, diciendo que sólo son absurdas excusas para no dejarte hacer tu trabajo, que debo de pensar en el bienestar del país y no tanto en un capricho egoísta.

El impulso me carcome, siento como la cólera y el desasosiego se van apoderan de mí. Surge la necesidad de querer aniquilarlo; y por primera vez, veo con otros ojos la estatuilla en forma de alce que tiene ese hombre en su escritorio. Se convierte en una perfecta arma para acabar con su inútil y patética vida.

Puedo imaginar tantos escenarios para acabar con él.

Pero al final, descarto todas.

Respiro profundamente, cesando los impulsos y antes de salir de aquella oficina, el oficial se dirige a mí con su voz petulante, limitándose a decir que los hombres que han sido enviados a las trincheras tienen prohibido recibir correspondencia debido a que es una zona de alto riesgo, demasiado peligrosa para enviar o recibir mensajes y que posiblemente no te quede tiempo, pero en el caso de que salgas ileso, debería de estar más que agradecido.

Sus palabras son como un mal sabor que se asienta en mi paladar, no hay confort.

He pasado todo el día leyendo tus cartas, y a hora sé cuánto es tu amor por mí.

Tú devoción por mí.

Las palabras de aquel hombre me han hecho comprender de alguna forma que has pactado un tipo de acuerdo para que estos escritos llegasen ante mis manos cada mes, con la esperanza de que te enviara una respuesta. Ahora... Me siento mal por cada ocasión que te negué las cartas que te he escrito, tal vez de haberlo hecho, tú sano juicio no habría decaído, y desde un principio habrías vuelto a mis brazos, terminando con todo mal que te atormentaba.


Tomaré cartas en el asunto.

Will, te prometo que haré todo para traerte de vuelta, estaremos de nuevo juntos

Tu amado, 
Hannibal Lecter – Graham


P.D: Sé que tu mal juicio es el que está hablando, porque el Will Graham que conozco no me pediría que regalara a nuestros perros. Ellos han sido de consuelo, tienden a observar a Adam desde la cuna, desde la porta bebé o hasta cuando lo tengo en brazos, pienso que ellos de alguna forma te ven en él —yo lo hago—. Algunos han comenzado a dormir cerca de la habitación de Adam, custodiando, protegiéndolo, temiendo de que se vaya.

჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻჻

Baltimore, Maryland, EE.UU.  
17/Febrero

Mylimasis...

Hay esperanza.

Me he contactado con tu superior, el coronel Crawford me dio su palabra  de que intentaría localizarte; se ha sorprendido que te hayan mandado a la zona de las trincheras, se suponía que estaría como su consultor, pero desconoce el porque de estos cambios. 


Temo que haya avanzado tu mal encarnado. Por fin lo he descubierto, las mórbidas pesadillas, las alucinaciones y el mal temperamento que te han acechado en estos meses no se trataba de un simple estrés como te había diagnosticado la doctora Bloom.

̶E̶s̶p̶e̶r̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶a̶ ̶e̶n̶c̶e̶f̶a̶l̶i̶t̶i̶s̶ ̶n̶o̶ ̶ ̶t̶̶̶e̶̶̶r̶̶̶m̶̶̶i̶̶̶n̶̶̶e̶̶̶ ̶ ̶c̶o̶n̶m̶i̶g̶o̶ ̶a̶n̶t̶e̶s̶ ̶d̶e̶.̶.̶.̶


Mischa ha insistido en que regrese con ella a Lituania, teme por mí y el niño; creo que ella prevé tu d̶e̶c̶e̶s̶o̶ ... Ella no ha hecho mención de la palabra, pero lo veo en sus ojos. Es demasiado cortes e inteligente para decirlo, porque bien sabe ella que no lo tomaré adrede, y lo que menos quiero en estos momentos, es terminar en una enemistad con mi propia hermana.

No pienso irme, te esperaré en nuestra casa en Maryland hasta tu regreso. 

Durante mi rutina diaria, me he percatado de que hay pequeñas ranuras en tu taza favorita. Sé me ha hecho sospechoso, ya que nadie osa por utilizarla. 

La porcelana ha perdido el brillo que emanaba, sus grietas son finas pero frágiles, está a punto de romperse, pero sé que puedo repararla.

No permitiré que se rompa.


Hannibal Lecter – Graham.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cartas a HannibalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora