| Carta 14 - HL |

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⚠ La siguiente carta contiene descripciones de un labor de parto y partes del cuerpo, no es tan gráfico, pero mejor advertir a que luego exista molestia alguna.
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Baltimore, Maryland, EE.UU. 
12/Noviembre

Mylimasis.

Ha llegado la hora.
El parto se ha adelantado.
Nuestro bebé está en camino.

Tengo miedo.

Por primera vez, el miedo me recorre por el cuerpo.

No sé cuántas horas han pasado desde que he ingresado a este hospital, ¿8? ¿10 horas?; se me ha hecho eterno este dolor, y nuestro hijo, no coopera, este niño ha estado golpeándome los riñones desde la mañana, por favor, ¡Que se detenga!

Las contracciones son rítmicas y constantes. 

Mischa toma mi mano para apaciguar mi dolencia y brindarme su total consuelo.

"Todo estará bien, Hannibal", dice, mientras planta un pequeño beso en mi mano. Imagino que su mano es la tuya. Que estás conmigo en este parto tan prematuro.

El doctor Sutcliffe ingresa a la habitación, revisa mis signos vitales, palpa mi vientre hinchado, y en un parpadeo, él abre mis piernas sin un tacto de delicadeza. 

Dice que es hora.
Hora de conocerlo.

La tormenta me embiste con agresividad.

El calor abrasador baja por mi espalda, recorriendo todo mi vientre duro y tenso, hasta concentrarse en mi ingle y mis muslos.

Mi hueso pélvico se afloja.

Puedo sentir cómo las paredes se van abriendo...
Rompiéndose dentro de mí...
Desgarrándose.

La sangre corre entre mis piernas.

Uno... Dos... Tres...

No.

Cuatro...

Cuatro veces he tenido que pujar.

Y por fin, lo escucho.
Escucho el sonido de sus dulces gimoteos.

¿Es real?
¿Él es real?

¡LO ES! 

La enfermera en turno me entrega en brazos a nuestro pequeño. 

Mis manos tiemblan, pero son firmes para acogerlo. 

El olor a sangre inunda mis sentidos, acompañado de desinfectante barato —odio ese olor—, pero lo que no odio, es su olor. 

Él huele a nosotros.

A ti.

Es tan pequeño, tan inofensivo... ¡Es hermoso!

Mi cuerpo desfallece, me encuentro agotado por esta batalla, que no dejo de imaginar lo cansado que has de estar en aquel campo de batalla. 

Will... 

Te llamo por tu nombre.

Tu imagen se manifiesta al costado de mi cama, mientras mi mente se nubla.
Me sonríes, plantando un beso en mi frente.
Dices que lo he hecho bien.

Que me amas.

Las lágrimas no dejan de cesar.

Cariño, ¿Cuándo piensas regresar?
No pienso escribir esta carta.
No puedo.
La guardaré en lo profundo de mi palacio de memoria.

Con amor y respeto. 
Hannibal Lecter – Graham.

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