Miré mi reloj de pulsera, roto, ya lo sabía pero es la costumbre lo que me hace verlo, de cualquier manera es tarde pero guardaba un poco de esperanza, pisé el acelerador hasta el tope una vez que el semáforo me dio luz verde. Los ojos me ardían y pareciera que un tipo de magnetismo atraía los párpados los unos a los otros, me esforzaba demasiado; honestamente no sé porque me preocupaba si de todas formas tenía en la cabeza que pasaban las dos de la mañana, y me constaba porque el tablero me marcaba las dos cincuentainueve, refunfuñé un par de maldiciones. Mi madre ya las tenía contadas ¡Me lo advirtió! Es increíble como el tiempo corre con la fluidez del agua en una tormenta, no sólo en una fiesta, sino en general: estás jugando en el patio a Policías y ladrones con tus amigos del Jardín de Niños, y en un parpadear estás sintiendo balazos de caricias en el estómago al estar sobre los primeros labios femeninos, probando la dulzura de un beso que al siguiente parpadear será amargura en llanto, pero nuevamente cierras los ojos, giras en la esquina de enfrente y te encuentras en un callejón húmedo y obscuro, hay ruidos extraños, ratones royendo alguna caja con fin conseguir comida o refugio; pero lo ignoras por la calentura y capricho disfrazados de una supuesta pasión, misma que se entrega y acaricia dos corazones; tras dos o tres suspiros de tiempo y un par de parpadeos: en una cama desnudando más que el cuerpo, el alma...
Iba evadiendo luces rojas, algunas combinadas con las autoritarias azules juzgadoras, con influjo de temor a ochenta o cien kilómetros por hora, pisándote los talones; violé más de mil señales de tránsito (metafóricamente, en mi país apenas y hay cien, la mayoría son inútiles, pretextos), era crucial llegar temprano, no para impedir una pelea inevitable, tampoco tenía propósito, era quizá el temor del momento. Como una vaca iba por la cinta que me llevará al matadero, la diferencia es que yo no tenía ignorancia de mi desdicha. Sin duda había algún letrero en algún punto de la carretera, que si hubiera observado no me habría llevado el mayor susto de mi vida, hasta ese momento... La calle por la que conducía estaba en "reparación" porque días antes habían instalado tuberías, así que el asfalto formaba una especie de ondas, debido a mi velocidad y a que dichas ondulaciones no eran siquiera uniformes, mi "Neon '98 Sport" color azul saltó de una manera que el impacto contra el suelo repercutió severamente en mi columna vertebral, podría decir que se "dobló"; así fue, una vértebra dorsal se levantó brusca y rápidamente, lo suficiente para darle tiempo a un ligamento para entrar y acomodarse entre dos huesos, no sentí dolor en el momento debido a la adrenalina, pisé el freno hasta el fondo por mi idiotez temporal, aquélla que te hace actuar en momentos cardíacos y que depende mucho de la situación y no de tu inteligencia para hacer una u otra cosa, no me dejó quitar el pie derecho del acelerador, quizá no fue por eso, pero mi automóvil derrapó horrible, tanto que si su elevación hubiese sido mayor... sin duda que... habría muerto en una volcadura que desembocaría en una explosión porque la gasolina escurriría y el roce del metal con el suelo arrojaría una desgraciada chispa... Tal vez soy un poco dramático pero siempre hay que pensar en lo peor que pueda suceder con el afán de estar preparado y así, la vida no te dé un gancho al hígado mientras ves a las estrellas bailar el Vals de la Vida, o aquélla carrera "Nascar" de una parvada de aves que migra al sur.
Quité los pies de ambos pedales, la Física me llevó treinta metros adentro de un parque, afortunadamente no me estrellé contra algún árbol, era tan tarde que no había gente ni mascotas, sólo un alumbrado mortecino que hizo danzar el contexto frente a mí, bueno eso aunado al centenar de vueltas que di; terminé casi a la mitad de una cancha de básquetbol, con el corazón casi chocando contra el parabrisas a cada pulsación, el flujo sanguíneo corriendo a mil por hora por la autopista de mis arterias, la garganta reseca y ardiente, los ojos desorbitados y tan enormes como dos pelotas de golf, las extremidades adormecidas, suspiré, sin pensarlo y tembloroso me quité el cinturón de seguridad, aún más lento e inseguro levanté el seguro de la puerta, abrí la misma, salí; si tuviera ganas de verme al espejo sin duda que sería algún personaje estúpido de los Simpsons. Estrujo mi cabello mientras camino sin destino ni camino, mis suspiros acrecientan su presencia y salen desembocados, primero solos, después con ataques de carcajadas que nacen sin previa autorización mía, quizá con la de alguna hormona segregada que nivele mi azúcar o tranquilice la presión sanguínea; río como loco, no tardó mucho para que el diafragma ingenuo del momento sea víctima de un dolor abdominal. "JA-JA-JA" las risotadas seguían escapando y corriendo a esconderse a cada esquina de la desconocida plaza... ¡Loco! Yo me hubiera categorizado en eso al verme desde los ojos de alguien más, claro, desconociendo lo que hay detrás de tanta cantidad de "alegría", alegre de estar vivo...
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Purificación
General FictionUna pequeña historia de Zombie que escribí hace bastante tiempo y quisiera compartirla. Trata del viaje de un joven a través de un mundo plagado de zombies. A pesar de ser una historia de zombies, no encontrarás matanzas ni cabezas putrefactas por m...