1.4 Viejos sentimientos

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Me acerqué a Emilio, creí que era lo más sensato: hacerle saber de la presencia de los "demonios". Estaba en el patio trasero, fumando un cigarrillo.

-Señor, esas cosas están afuera

-¿Esas cosas? - se volteó hacia mí- ¿A qué te refieres?

-Lo que había detrás del camión y que usted dejó entrar

-¿Yo?

-Lo siento señor-no era el momento oportuno de ser bravo con él-no sé exactamente de qué se trata, pero son como humanos que van lentos y parecen estar muertos

-¿Muertos que caminan? Como zombis

-Suena absurdo, lo sé. Mire, debemos irnos de aquí-argumenté ligeramente desesperado-, estamos rodeados y el escape suena prometedor

-No dejaré mi hogar por una basura de la sociedad

-Pero si hace minutos usted estaba deseando salir, parecía tener conocimiento de lo que pasaba

-Pues no era así-dio una gran inhalación al cigarro-, y ya déjame en paz

Me metí nuevamente a la casa, Jessica estaba en la cocina partiendo manzanas para hacer una ensalada, me acerqué a ella

-Acabamos de comer, ¿Tienes hambre?

-Es...-hizo una pausa-una pequeña costumbre que tomé de mi familia en Londres

-¿Qué?

-Comer frutas después de la comida

-Es un estilo de vida saludable-me recargué en la barra, viéndola

-¿Qué necesitas Arturo? -dejó el cuchillo y la fruta-sé que no estás haciéndolo por interés en mí

-¿Y si sí? -dije y a cambio recibí una mirada fría-está bien, lo lamento

-¿Qué lamentas?

-Venir a hablar contigo, hacer un puente verbal para mi punto

-Mejor dime tu punto-continuó partiendo la manzana jugosa

-Debemos irnos de aquí, convence a tu padre. ¡O a tu madre! -dije como si una buena idea me hubiera iluminado y de hecho así era- ¡Sí! Si convencemos a tu madre, tenemos a tu papá predispuesto

-¿Por qué crees que quiero irme?

-Tú, en la mañana estabas como loca pidiéndome auxilio. ¿Recuerdas?

-No hace falta que lo digas-vació los cuadritos de manzana en un recipiente hondo, vaciló en poner el cuchillo en el fregadero-, pero ya sucedió. Estamos aquí

-Actuabas como si supieras lo que había detrás del camión-hubo un silencio, tomó un plátano del frutero, comenzó a pelarlo, yo miraba con atención-Dime Jessica, ¿Sabías lo que había?

-No

-¿Y por qué actuabas así? Tan... desesperada

-Sólo tenía una idea, nada más-comenzó a cortar la banana en rodajas, éstas caían sobre la manzana en el tazón

-¿Y puedes compartirla conmigo?

-Es un prejuicio que me formé al ver al prójimo en una necesidad exagerada

-¿Y cuál es? Por favor, no quiero hacer de una conversación una entrevista

-¡Pues entonces no preguntes! -alzó un poco la voz y me miró con determinación y frialdad, luego se arrepintió y añadió: - perdóname Arturo. No ha sido un día fácil. Pero el siguiente será mejor

-Luchemos porque sí-sonreí y fui correspondido

Tiró la cáscara de la fruta en el pequeño basurero metálico que tenía a sus pies, de la alacena sacó un frasco de azúcar y del refrigerador un bote con crema pasteurizada, vertió lo suficiente de cada complemento al tazón y lo revolvió, después me ofreció, no pude negarlo, de ella había adoptado esa adicción de ingerir frutas con crema, le regalé una ligera sonrisa, luego se recargó en la barra junto conmigo

-La idea que me formé, la hice al ver al Señor García entrar con su hija en brazos, muerta, sangrando casi por todos los poros-hizo una pausa y comió-me desagrada hablar de esto mientras pruebo bocado

-Lo lamento-dije-, no lo hagas. Vengo después

-Siempre te ha funcionado ¿verdad?-me tomó del brazo cuando me disponía a retirarme-, lo que haces, la sutileza con la que manejas a la gente-se acercó más a mí, no juzgándome, sino gozándome-, presionas sin presionar... ¡Y vaya que funciona!

Se acercaba más a mí, imaginaba que ella terminaría besándome. Por un momento me embargó la idea de que ella no había superado del todo lo que fue de nosotros, ni lo que pudo ser... ¿Yo lo había superado? A esas alturas y con una relación de medio año, debía saberlo ya. Pero siempre he sido susceptible a los sentimientos, más de lo normal. Puedo parecer un hombre fuerte, pero tratándose de emociones, mujeres y sentimientos, ¡Flaqueo con el mínimo cariño!

Esta vez, estaba sin palabras. Jessica había acertado a mi intento, y en vez de contraatacar o ceder, expuso mi estratagema. Dominó al domador. Incluso ella se dio cuenta de que estaba tan cerca de mí y que ambos exigíamos un beso, o al menos eso creía. Fríamente se retiró, eran sólo mis divagaciones absurdas. Mis burdas imaginaciones, mis anhelos inconscientes de que todo sea interesante, como de película

-El Señor García-complementó tras abrirse distancia de mí-dijo que unos caníbales lo venían siguiendo. Primero pensé en que era una secta satánica que buscaba sacrificios, pero ahora, tras verlos-señala a la ventana-no estoy tan segura, quizá sean los mismísimos demonios, tu novia-enfatizó en estas dos últimas palabras, con un ligero sazón a sarcasmo-, sabe algo Arturo. Estamos esperando a que despierte para que nos diga qué demonios está pasando afuera

-Jessica-dije fingiendo indignación- ¡Usaste la palabra "demonios" para maldecir un evento!

-Creo que me cansé de ser una cristiana dedicada, es todo

-Sólo sé tú misma Jess-dije su nombre con demasiado cariño y añoranza

-¿Jess? -lo notó- hace mucho que no te oía decirme así

-Es sólo...-dije de manera insegura-el momento

Cruzamos miradas nuevamente, pero el gusto no me duró mucho. Mónica estaba despertando, haciendo gemidos extraños, era costumbre en ella. Jessica dejó el tazón y me acompañó a la sala de estar, Emilio ya estaba de pie frente a ella, y Amanda venía bajando las escaleras, dijo que acababa de volver a dormir a Marcela antes de darse cuenta de que mi novia estaba despertando. Todos nos pusimos a su alrededor, la sorpresa se dejó ver en su semblante

-Creí que todo había sido un sueño-se recargó en el sofá, decepcionada de su falsa ilusión

-¿¡Qué sucede allá afuera!? -espetó Emilio

PurificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora