1.2 El rescate de Mónica

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-¡Sólo escúchate! -callé

No era momento de desafiarla, de sonar retador ante su instinto, que más que eso, estilo de vida. Es erróneo pensar en una muerte, suceso que quizá no llegue, pero en un punto más extremo, está preparándose para lo inevitable, lo más oportuno era llegar al destino, por su debido camino

-Jessica-la tomé de las manos- sé que no cambiará nada, pero al saberlo, puedo estar más preparado ¿Entiendes? -noté un ligero nerviosismo en ella, algo me demostró un sentimiento secreto que no había muerto, y para mi infortunio, lo usé a mi favor-.Sabré como actuar Jessica, tomaré mis precauciones y eso me dará más fe que la que le tengo al Señor

-La única fe que necesitas es la que el regazo de Dios te proporciona

-Lo sé, pero Dios no me susurrará al oído si algo hay detrás de mí

-Veo tu terquedad Arturo-hizo un silencio-, ¡Demonios! Hay demonios allá afuera, intentan apoderarse de tu cuerpo, esclavizar a tu alma

-Podrías ser más específica

-No sé qué hay allá, sólo sé que hay muerte e infierno

Sabía que llegaría a ningún punto con ella, así que hice lo que pude, puedo afirmar que lo intenté. Le di un beso en la mejilla demasiado cerca a los labios, me puse de pie y el dolor muscular creció nuevamente, fingí omnipotencia y salí.

El fraccionamiento estaba completamente vacío, caminé lentamente por la calle y recordé el pánico que se había apoderado de una multitud y caminé más lento, con más inseguridad, más palpitaciones, menos esperanza de vida. Por un momento me detuve y reflexioné: ¡Es increíble cómo la noche anterior estás en el paraíso y al abrir los ojos haces frente a un supuesto infierno! Pensé: "¿Y si todo es sobre exagerado?"; también pensé en una posible broma muy elaborada. ¡Demasiado elaborada! Pero era sumamente imposible, o al menos desquiciado.

Continué caminando, sobre el jardín delantero de una casa vacía y sucia vi una escoba, la tomé. Acompañado de un: "Por si las dudas". Y seguí caminando, la tomé con una sola mano, di al pequeño bulevar: vacío. Sólo visualicé el resultado de mi intervención vehicular

-Los García- susurré

Vi la casa de dicha familia, con quien estaba Mónica, según Jessica. Al acercarme me di cuenta de que la puerta estaba emparejada, mi paso aceleró al igual que mis nervios y la imagen de la esquela de mi novia en mi cabeza, llamé a la puerta una vez, estaba dispuesto a hacerlo una segunda pero vi un cuerpo femenino tirado frente al vehículo de la familia, solté la escoba y corrí con intención de ayudar en lo que pudiera, no obstante quedé blanco al ver el cadáver... Era la Sra. García, tirada sobre un charco de sangre, me hinqué para medir su pulso (acción que aprendí en un curso de verano), inútil, completamente muerta a consecuencia de las cinco flechas que tenía incrustadas por todo su pecho. El Sr. García solía practicar tiro con arco, incluso impartía clases de dicha actividad. Corrí al interior, golpeando la puerta, misma que chocó contra la pared y rebotó hacia mí, asestándome un golpe contundente en la costilla, me reincorporé y di un puñetazo a ése pedazo de madera que reprochó mi agresión con una aún más violenta

-¿¡Mónica!? -grité, temí por un silencio

-¿¡Arturo!? -escuché su gloriosa, en ese momento, voz desde el piso de arriba

Sin pensarlo más, subí y casi estando hasta arriba mi maldito dolor trasero hizo de las suyas y pellizco algún otro nervio, me resbalé media escalera, me golpeé todo el flanco derecho y en el momento en que ya no iba hacia abajo me puse en posición fetal y grité de dolor

-¿¡Arturo!? -dijo y después se escuchó una puerta abrirse, a mi auxilio acudió Mónica, llena de sangre

-Resbalé-grité con dolor y risa, tratando de hacerla reír añadí: -tomé el ascensor

Su semblante no cambió en lo absoluto, seguía horrorizada, me ayudó a levantarme y de una manera histérica ordenó que nos "largáramos de esa maldita casa del infierno", tratando de decir textualmente sus órdenes. Ya habíamos llegado al último escalón cuando escuché un grito y un ruido proveniente del piso superior, me detuve

-¿Hay alguien allá arriba?

-No, vámonos- dijo lloriqueando, jalándome de la ropa, sin lograr su propósito

-Pero escuché...

-¡Ya está muerto!

-¿De qué demonios estás hablando Mónica? -dije plantándome sobre el suelo con mucha más fuerza

-¡Vámonos de aquí!

-Pero sólo escúchate, ¿Qué sucede allá arriba?

-¿¡Por qué-me dio una bofetada-, no me haces caso!?

Ese golpazo me aflojó del suelo y me movió, absorto de lo que acababa de ocurrir, me dejé llevar, pensando en un motivo lógico. Salimos del lugar y ambos nos detuvimos, estupefactos... La Sra. García estaba de pie, dándonos la espalda pero tambaleándose, ¡Hacía unos minutos estaba completamente muerta! Ignorante de lo que sucedía me atreví a hablar, acto estúpido por mi parte

-¿Señora?

-¡No, cállate! - me empujó Mónica al interior, pero pasó de largo y me dejó ahí

PurificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora