Desperté empapado en sudor, lo primero que observé fue el lugar vacío donde debería estar ese oso hormiguero. No veía nada, pero algo me decía que no estaba ahí, no sentía la presión de su mirada. Y lo confirmé al encender la veladora, todo estaba tal y como lo había dejado... Me puse de pie e intenté encender la luz, nada más que obscuridad. Las puertas eran blancas, salí, bajé las escaleras... Un poco aliviado, la barricada seguía tras la puerta, fui a la cocina, abrí el refrigerador, no había algo que me interesase así que lo cerré. Dirigí mis pasos hacia la alacena, encontré una botella de Whisky, la tomé, junto con un vaso y hielos en él. Salí al patio trasero y me senté sobre el césped, puse la vela en el suelo y llené el pequeño vaso de cristal, me disponía a beber cuando Jessica me asustó
-¿Seguro que quieres tomar eso ahora?
-Carajo-dije por el susto-, perdón por la palabra Jessica, no podía dormir
-Lo noté, gemías tanto que me despertaste
-Perdóname
-No hay de qué, además tu novia, ronca como perro
-Ni me lo recuerdes-ambos reímos-¿Gustas?
-No gracias-dijo casi ofendida
-No, no me refería a esto... Sino a que si gustas sentarte
-Aclárate Arturo-dijo y después se sentó a mi lado
Un silencio nos abordó a ambos, uno de los que no son para nada incómodos, disfrutábamos de nuestra presencia, además de la esencia de la noche fresca, el cielo obscuro despejado de nubes pero abundante en estrellas con un fulgor que no podría tener más belleza que en el mismo reflejo de sus ojos
-No hay nada qué perdonar, Jessica
-¿De qué hablas? -dijo riendo tímidamente
-Irte a Londres fue una oportunidad que se presentó, tú no la desperdiciaste, hiciste bien
-No quería irme... Quería seguir aquí, contigo
-Tú deberías perdonarme
-¿Por qué?
-Por no esperarte, la tristeza me pegó como fiebre
-Puedo imaginarlo, yo estuve igual los primeros meses
-Encontré refugio en Mónica... Mi intención nunca fue la de olvidarte-hubo silencio- hice lo posible por irme contigo allá, pero simplemente yo no podía hacerlo Jess... ¡Yo soy quien se siente culpable!
-No tienes de qué
-¡Si te hubiese esperado! Ahorita...
-No hables de "hubieras", Arturo, no lo hiciste y punto...
-Quizá siga haciéndolo-interrumpí, vi su cara de estupefacción-tal vez siga esperándote, esperando a que llegues de Londres
-No, no te entiendo
-esperando a que aterrices en mi corazón una vez más
"No hay que forzar momentos que no deben salir a relucir, aún", ignoré plenamente esa frase, ambos lo hicimos. Además, no sabíamos qué nos deparaba cuando el sol volviera a darnos luz y el característico calor frío de un invierno coahuilense...
Me acerqué a ella sin dejar de ver sus ojos, ella lo hizo también... Ya podía sentir su aliento cerca del mío, su fragancia natural entró por mi nariz y adormeció mi interior, un cosquilleo que creía muerto resurgió en mi estómago, la besé. Disfrutando cada segundo transcurrido, fue un beso de lo más inocente, en lo que cabe ya que viola un compromiso. Nos volvimos a conectar, hacía años que no sentía tanta belleza, cariño y satisfacción en mis labios; no podía olvidar lo que lograba hacerme sentir en una caricia, o un susurro al oído... La fuerza se rindió y ambos nos acostamos sobre el césped cuando el beso terminó, no abrimos los ojos, ella sólo se acercó más a mí, la abracé, adoraba sentir su cabeza recargada en mi pecho, aunque era la misma posición que con Mónica, se sentía distinta, se sentía espiritual y no física... ¡Lo extrañaba! "Cada vez que te veía y notaba tu cambio de indiferencia hacia mí, no me podía perdonar el hecho de llevar una relación con Mónica" hubiera querido decirle eso, pero sólo dormimos... El fuego consumía la cera de la vela, como el tiempo consumía nuestra vida... Jamás olvidaré las tres treinta del ya sábado siete de diciembre... Una hora sagrada que quedó memorizada en cada rincón de mi cuerpo.
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Purificación
General FictionUna pequeña historia de Zombie que escribí hace bastante tiempo y quisiera compartirla. Trata del viaje de un joven a través de un mundo plagado de zombies. A pesar de ser una historia de zombies, no encontrarás matanzas ni cabezas putrefactas por m...