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Cada una de las palabras que me decían resonaban en mi cabeza una y otra vez, solo me hacían sentir peor y más mala persona de lo que soy. Había decidido mover mi cuerpo hacia el baño para poder visibilizar otra cosa que no fuesen las manchas de tinta en el techo que me hacían recordar la gran pelea que ocurrió.

Aunque el baño también era una fuente de mis desdicha pues aquí se acumulaban más recuerdos de los que quisiera, al final esta casa guardaba una gran cantidad de recuerdos que solo me hacían más daño del que él mismo me produjo tras aquel día.

Debo vender la casa si quiero recuperar mi estabilidad pero no puedo perder todo lo que me hacía sentir y lo que me hizo sentir en su momento. ¿Está mal que me aferre a este sentimiento que me consume? Solo quiero hablarle, solucionarlo y olvidarnos de todo lo que pasó, le perdonaría lo que hizo y cualquier cosa.

El sonido de unas llaves girando en la cerradura de la puerta principal me hizo girar los ojos a esa dirección. No era ningún ladrón pero no esperaba tener visita desde hace mucho tiempo, solo quiero quedarme aquí y que los recuerdos me terminen consumiendo de una vez por todas.

Ignore las pisadas que se paseaban por la casa en busca de algo, repase el baño y deje mi mirada puesta en el lavabo.  Se había llevado todas sus cosas, las veces que nos arreglábamos al mismo tiempo solo hacía que terminase sucio y desordenado el lavabo. En la noche cuando intentábamos lavarnos los dientes y acababa en una pelea de empujones, cuando decidíamos bañarnos juntos y terminaba en un beso medio fogoso medio dulce...

—Levántate de ahí ___ — escuché su voz acompañado de un dulce olor a fresas que me hacían querer comer de estas.

—No quiero — murmure mientras me encogía en mi sitio y encerraba mi cabeza entre mis piernas dobladas en mi pecho.

Escuché un suspiro para de nuevo escuchar pisadas, pronto su cercanía me invadió y sus brazos pasaron a mis rodillas dobladas y a mi espalda para levantarme. No me opuse, no tenía las suficientes ganas de moverme más. Mi cuerpo sintió la incomodidad de una superficie dura y al alzar mi vista pude ver que estaba en la cocina, sentada en la mesa que tenia miles de cosas encima -libros, platos, lápices, vasos...-

—Debes comprender que tienes que mirar hacia un futuro — empezó de nuevo con su monólogo.

Sus palabras se me hacían difíciles de entender, podia ser por la insuficiencia de alimentos que me ocasionaba falta de atención con mi alrededor. Era mirarlo y ver como su boca se abre y cierra diciendo una cantidad de palabras exuberantes pero no podía percibir el sonido.
Por la falta de atención decidí escanearlo, su pelo estaba bien peinado y el color rosa chicle que llevaba solo hacía que mis entrañas gruñesen con deseo de comida, sus ojos amarillos -¿dorados?- me recordaban a un día de verano con un sol ardiente que te hacía erizar la piel, su cuerpo estaba en forma; a pesar de su ropa suelta podía divisar su figura tan particular.

—Quiero verte brillar — sentí sus manos en mis mejillas conectando mi mirada con la suya — No quiero tener miedo cada vez que pienso en ti, quiero pensar en la cantidad de planes que podemos hacer pero solo puedo pensar en como hacerte bien y en hacerte feliz. Déjame ayudarte ___, por favor.

Sentía que era una súplica pero su exigencia fue demasiado. No es algo que yo pueda darle de una vez y se marche. Quiere liberar demonios que me siguen desde que tenía 5 años, podía ser caótico.

—No quiero — murmuré con un tono extraño, contenía odio pero a su misma vez una pesada tristeza. Tenía los sentimientos perdidos, desorientados, parecía solo quedarme tristeza y muy en el fondo deseaba erradicar eso de mi. —¿Estarías dispuesto a caer por mi? — susurré esperando que dijese que no, deseando que se marche y siga con su felicidad en otra parte.

—Estaría dispuesto a darte las estrellas si me lo pides — dijo con seguridad pero sabía que mentía.

—Eso dijo él — las lágrimas me empezaban a eclipsar la vista — Y dejo que me apagase como una.

Rompí en llanto recordando las absurdas promesas que se rompieron, empezaba a sentir frio de nuevo, mucho frío. Los brazos de Cherry me rodearon apegándome como si estuviese intentado contagiarme de su felicidad y arrancarme la pena, como una especie de trueque que nadie podía aceptar.

N.A: Ahora si estoy cómoda escribiendo esta historia.
¿No les pasa que a veces sienten que todo se desordena en un segundo? Eso llevo pensando desde principios de verano.

𝑪𝒂𝒍𝒊𝒈𝒓𝒂𝒇𝑖𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝑷𝒍𝒖𝒎𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora