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Podía ver los colores anaranjados en el cielo que se escondían con el angustiado sol. Las tonalidades frías estaban envolviendo todo el cielo y la luna se abría paso para resaltar estas horas de batalla para mí. La ventana del baño era pequeña pero suficiente para saber si era de mañana o noche y eso me bastaba para simplemente nada.

El tiempo se había vuelto algo insignificante, no me hacia sentir nada. Podía estar viendo un reloj pasando los segundos que me iba a resultar totalmente absurdo, no tenia prisas y no deseaba que el tiempo avanzase con más rapidez. Lo único para lo que me servía es para sentir este dolor que provenía de mis sentimientos agrietados.

Me estaba empezando a cansar de este cansancio mental que parecía no acabar nunca, aunque tampoco es que hiciese el afán de querer cambiarlo.

—¡Hey! — escuché esa voz masculina entrando al baño — ¿Cómo estás hoy? ¿Qué tal el día? — su pregunta venía acompañada de un silencio por mi parte. Cherry decidió acompañarme sentándose enfrente mía de piernas cruzadas.

—...—Mi silencio pareció desmotivarlo pues su sonrisa titubeó por un segundo, pero se recompuso al instante.

—Sabes... — pareció pensar su siguiente frase — Hoy Azumi vino a buscarme en el intercambio, me preguntó si estabas bien, le preocupaba tu falta de asistencia a las clases y me dijo de venir a verte — mi mirada seguía el movimiento de sus manos que constantemente hacía dibujos en la losa del baño — le dije que habías cogido una gripe horrible y por eso no te presentaste, ella pareció calmarse con eso.

El silencio se me hacia abrumador, no soportaba permanecer en constante silencio todo el día, sin embargo mi cabeza tenía pequeños punzones al percibir algún sonido. Me sofocaba solo escuchar las manecillas del tonto reloj que estaba en la sala.

—Azumi es una zorra — conteste en tono bajo y reconocí mi voz. Un tono seco con una pizca de rencor se refugiaban en mi garganta junto con un gran dolor además. Necesitaba un vaso de agua.

Aquello pareció armonía para sus oídos, su sonrisa creció diminutamente pero significante mente. Tal vez en algún lugar de su mente le agrado que yo mostrase interés en conversar con él.  La conversación siguió de forma suave durante bastante tiempo y no recuerdo en que momento me quedé dormida apoyada en el lavabo, pero fue un alivio no escuchar la agonía del silencio.

Cuando desperté seguía en el mismo sitio con la excepción de que una manta me cubría y un vaso de agua descansaba en una esquina del baño. No hice mucho más a diferencia del resto de días pero algo se distinguía de los demás días y me molestaba no saber la causa de esto.

𝑪𝒂𝒍𝒊𝒈𝒓𝒂𝒇𝑖𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝑷𝒍𝒖𝒎𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora