Los Habitantes

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El Jefe Maestro salió del océano y se secó con una toalla que había encontrado en el barco hundido. Luego se puso su armadura y su casco, ya que le protegían de los ataques y le permitían comunicarse con Cortana. Luego miró el mapa y vio que había una aldea en la costa, cerca de donde estaba.

El Jefe Maestro decidió ir a la aldea, pensando que podría encontrar algún aliado o alguna información. Él esperaba que los habitantes de la aldea fueran amigables y cooperativos.

El Jefe Maestro llegó a la aldea y vio unas casas de madera y piedra, con techos de paja o de lana. Vio unos cultivos de trigo, zanahorias y patatas, rodeados por unas vallas de madera. Vio unos pozos, unos hornos, unas mesas de trabajo y unas bibliotecas. Vio una iglesia, una herrería y una plaza.

Pero lo más importante que vio fueron los habitantes de la aldea. Eran unos seres extraños, que tenían una piel verde y una nariz larga. Tenían unos ojos negros y unas cejas pobladas. Tenían unos brazos largos y unas manos con cuatro dedos. Tenían unos pies descalzos y unas ropas simples.

Cortana los identificó como aldeanos, y dijo que eran unos seres pacíficos y comerciantes, que podían ofrecer objetos y servicios a cambio de esmeraldas. Las esmeraldas eran unas piedras preciosas verdes, que se podían encontrar en las minas o en los cofres. Cortana dijo que los aldeanos tenían diferentes profesiones, como granjeros, pescadores, libreros o clérigos, y que cada uno tenía un puesto de comercio diferente.

El Jefe Maestro intentó comunicarse con los aldeanos, pero se dio cuenta de que hablaban un idioma diferente. Ellos hacían unos sonidos guturales y nasales, que no tenían sentido para él. El Jefe Maestro usó su traductor universal para entenderlos y hablarles. El traductor universal era un dispositivo que podía analizar cualquier idioma y traducirlo al instante.

El Jefe Maestro se acercó a un aldeano que tenía un delantal blanco y una mesa con un libro encima. Cortana dijo que era un librero, y que podía ofrecer libros, mapas o plumas a cambio de esmeraldas o papel.

El Jefe Maestro le dijo al librero:

Hola, soy el Jefe Maestro. Vengo en son de paz.

El librero le respondió:

Hmmm... Bienvenido a nuestra aldea. Soy el librero. ¿Qué quieres?

El Jefe Maestro le dijo al librero:

Quiero saber dónde estoy y cómo puedo volver a mi mundo.

El librero le dijo al Jefe Maestro:

Estás en el mundo de Minecraft, un mundo hecho de bloques donde puedes construir lo que quieras. No sé cómo puedes volver a tu mundo, pero quizás el clérigo pueda ayudarte.

El Jefe Maestro le preguntó al librero:

¿Quién es el clérigo?

El librero le dijo al Jefe Maestro:

Es el líder espiritual de nuestra aldea. Vive en la iglesia, al final de la plaza. Él sabe muchas cosas sobre este mundo y sus misterios.

El Jefe Maestro le agradeció al librero:

Gracias por tu ayuda. Te daré una esmeralda por tu información.

El librero aceptó la esmeralda:

Gracias por tu generosidad. Espero que encuentres lo que buscas.

El Jefe Maestro se despidió del librero:

Adiós, librero. Que tengas un buen día.

El librero se despidió del Jefe Maestro:

Adiós, Jefe Maestro. Que tengas suerte.

Así fue como el Jefe Maestro conoció a los aldeanos, unos habitantes extraños pero amigables, que le ofrecieron objetos y consejos. El Jefe Maestro decidió ir a la iglesia a hablar con el clérigo, esperando que pudiera ayudarle a volver a su mundo.

 El Jefe Maestro decidió ir a la iglesia a hablar con el clérigo, esperando que pudiera ayudarle a volver a su mundo

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El Jefe Maestro en el Mundo de Minecraft: Una Aventura de Bloques y BalasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora