Adecuado

Abrazos

—¡Sí! —exclamó Anya mientras saltaba emocionada entre sus padres—. ¡Nos divertimos mucho!

—Estoy de acuerdo —apoyó Yor con una sonrisa cálida, mirando a su hija con ternura.

Loid asintió en silencio. El viaje en el crucero estaba llegando a su fin. Después de recorrer la isla turística y disfrutar de actividades familiares, Twilight sentía que había cumplido su misión. Aunque Sylvia lo llamaba "vacaciones", él sabía que, en realidad, había sido trabajo disfrazado.

—Deberíamos regresar al crucero —murmuró Loid mientras revisaba su reloj. Su voz dejaba entrever el cansancio acumulado del día.

—Ah, sí, tienes razón —respondió Yor rápidamente.

Justo cuando iba a añadir algo, Loid notó que Anya tropezaba. Con reflejos rápidos, levantó una mano para detenerla. Pero antes de que pudiera reaccionar del todo, Yor dejó escapar un suave bostezo y, de repente, se quedó dormida apoyada en su hombro.

—¿Yor...? —preguntó Loid, inclinando un poco la cabeza hacia ella. Pero su esposa no se movió ni respondió—. ¿Hola...?

Mientras él trataba de decidir qué hacer, fue interrumpido por la voz somnolienta de Anya.

—Papi, yo también tengo mucho sueño —murmuró, frotándose los ojos con aire agotado.

—¿Eh? —exclamó, desconcertado por cómo la situación había cambiado drásticamente.

Sin decir ni una palabra más, Anya se dejó caer contra la pierna de Loid y, en cuestión de segundos, empezó a roncar. Twilight las observó, desconcertado. Sabía muy bien hasta dónde podía llevar su cuerpo al límite; había enfrentado situaciones extremas, más veces de las que podía contar. Pero ese era un desafío nuevo. Estaba casi seguro de que jamás había tenido que cargar a una mujer y a una niña dormidas al mismo tiempo.

Nada en su experiencia como espía lo había preparado para algo así, y no fue sorprendente cuando un rubor subió por su rostro al escuchar las risas de algunas personas a su alrededor.

«Me esperaba esto de Anya, pero ¿Yor también?».

Loid echó un vistazo a su esposa, y un pensamiento de arrepentimiento cruzó su mente. Le sorprendía cómo Yor había logrado participar en tantas actividades. Y ahora, mientras la sostenía, no podía evitar asombrarse de lo ligera que se sentía en sus brazos, a pesar de toda la energía que había gastado.

«Estos días han sido muy difíciles para ella con todo ese asunto de su trabajo. Y, aun así, vino hasta aquí para alegrarle el día a Anya».

Yor se movió, y por un instante Twilight pensó que iba a despertarse. Sin embargo, lo único que hizo fue ajustar cómo sostenía a Anya, asegurándose de que no se cayera, pero manteniéndola cerca de él.

La mejilla de Yor terminó apoyándose casi por completo en el pecho de Loid, al igual que la pequeña cabeza de Anya. En ese movimiento inconsciente, el cuerpo de su esposa se relajó aún más, como si buscara acomodarse mejor.

Todo aquello provocó una sensación extraña en Twilight. Ver a alguien tan cómodo a su lado, al punto de quedarse dormido, era algo que escapaba de su control como espía.

Loid Forger debería estar disfrutando de ese momento. Pero ahí estaba él, el espía, disfrutando.

Él conocía bien la inseguridad de su esposa respecto al contacto físico. Sabía que, para ella, el simple acto de acercarse a alguien era una carga que parecía apretarse con fuerza en ella.

Entonces, al notar cómo ella se aferraba más a él, un suave sentimiento de gratitud lo invadió. Era un gesto tan simple, pero se dio cuenta de que él siempre valoraría esos pequeños momentos, esos instantes de calma, y deseaba poder regresar a ellos una y otra vez.

—Descansa, Yor. Te lo mereces —dijo con suavidad, su voz cargada de ternura, mientras sentía cómo el cuerpo de su esposa se relajaba más y más contra el suyo.

Nota de la autora: Con esta publicación ya estoy al día con el contenido que escribí para la Twiyor Week 2022. Esta sigue siendo de mis historias favoritas y que tiene de protagonista el final del Arco del Crucero, el mejor arco del manga.

Nadie me puede discutir eso.

Ciao.