Separación I.

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El viaje desde el corazón de Berlint hacia las zonas residenciales, a pesar de los avances tecnológicos, aún requería del metro

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El viaje desde el corazón de Berlint hacia las zonas residenciales, a pesar de los avances tecnológicos, aún requería del metro. La línea principal, que consistía en un tramo que partía desde la estación General, ubicada en el centro de Berlint, concluía su recorrido en la estación de Park Avenue, cercana a varios edificios departamentales.

Ya fuera por mala suerte o por las circunstancias, Loid Forger era una de esas personas que debían desplazarse de un extremo a otro de la ciudad.

Como psiquiatra en el hospital general de Berlint, comenzaba su día con una hora de viaje en el metro, seguida de ocho intensas horas de trabajo. Luego, esperaba terminar su jornada con otra hora de viaje y sin interrupciones.

«Se les comunica a los pasajeros que la línea se encuentra con servicio limitado entre las estaciones General y Academia Edén debido a arrollamiento de persona. Muchas gracias».

Sin embargo, ese día, el deseo de un viaje sin complicaciones parecía inalcanzable para Loid.

Se quejó cuando un empleado les indicó que debían bajarse, ya que la formación del metro volvería a la estación General.  Después, preguntó si tenían alguna indicación de cuándo se reanudaría el servicio.

—No he recibido ninguna notificación desde el lugar del incidente. Lamento que tengas que esperar —respondió otro empleado repentinamente.

Loid se giró hacia él, observándolo. Tenía el cabello rizado, gafas rojas y una perforación en la oreja derecha, dándole un aspecto algo desaliñado.

—Entiendo, gracias por decirme —exclamó Loid, soltando un suspiro apenado.

El empleado lo miró con interés.

—¿Tenías algo importante que hacer?

—Quería llegar temprano a mi casa.

La expresión del empleado se convirtió en algo que Loid no pudo reconocer, para luego dar paso a un suspiro y mirada compasiva.

—Esto se resolverá, pero necesitas algo, háblame —le dijo y, tras una rápida inspección, agregó—. Doctor Loid Forger.

Loid estuvo a punto de preguntar por qué conocía su nombre, hasta que se dio cuenta de que su identificación del hospital estaba colgada en su bata.

—Entiendo, muchas gracias —contestó Loid, notando también la identificación del empleado—. Franky Franklin.

Los ojos de Franky desprendieron un brillo especial, y extendió su mano hacia Loid, quien la aceptó para estrecharla, sintiendo una leve presión en el momento.

—Pareces ser el más cuerdo de estos pasajeros al mantener la calma y no alterarte.

—No tengo intenciones de hacer algo que perjudique a nadie. Además, todos queremos volver.

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