Para un espía y una asesina, la perfección era inalcanzable, pero estarían dispuestos a aceptar cualquier cosa que fuera adecuada para ellos [Colección Twiyor Week/Twiyor Month].
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Twilight, reconocido espía y maestro del engaño, confiaba en su encanto y habilidades para seducir a sus objetivos. Comprar cosas para sus misiones era una necesidad, así que a veces conseguía flores.
Pero allí estaba, mirando la entrada de la florería con impaciencia por tercera vez. Se pasó la mano por el cabello mientras su hija lo observaba con curiosidad. Se acercó para entrar, pero sintió el impulso de retroceder al ver a alguien salir con un gran ramo de rosas.
—¿Papi? —preguntó su hija en voz baja—. ¿Estás bien?
Él se sobresaltó al escuchar la pregunta; estar bien era algo que ya no conocía en ese momento. Se sentía como si un camión lo hubiera atropellado, y no solo una vez. Estaba muy nervioso por una tarea simple: conseguir flores.
Siempre había usado aquel conjunto de plantas para impresionar a sus objetivos. En la actualidad, pensaba que esa manera de actuar era engañosa, porque no necesitaba hablar mucho ni tener un contacto real. Sin embargo, a Yor le encantaban las flores y ella era parte de ninguna misión.
Su esposa siempre le dejó claro que lo que había hecho en el pasado no afectaría su relación. Él se quedó en silencio y echó un vistazo hacia atrás en el tiempo, dándose cuenta de que su trabajo lo había llevado hasta allí: casado y con una familia.
De todas formas, no podía decir que eso lo hiciera sentir en paz consigo mismo.
—Sí, estoy bien, solo... pensando —respondió, tratando de ocultar la verdad que lo consumía.
—¿Vas a comprar flores para mamá?
—Sí, eso es lo que planeo hacer —sonrió Loid, aunque su mente seguía enredada en dudas.
Anya lo observó con ojos grandes y brillantes, pero la vio estremecerse de una manera característica.
—Lo hiciste de nuevo.
—¿Estuve pensando demasiado fuerte? —preguntó él—. Lo siento.
—No pude evitarlo —Anya apartó la vista de la mirada de su papá—. Es que...
—No, Anya. No te disculpes —replicó Loid—. Papi es un tonto.
—Anya cree que papi solo debería comprar las flores y agradecerle a mami lo buena que es.
Twilight nunca se preocupó por los sentimientos de sus objetivos, ya que eran parte de sus misiones. Tal vez hubo momentos en los que se sintió mal, pero eran solo momentos. Él caminaba solo y se dejaba acompañar cuando era necesario.
Había decidido comprometerse para siempre cuando estuvo a punto de arriesgarlo todo por la asesina más letal de Ostania, una niña telepática y un perro que podía ver el futuro.
Comprar las flores favoritas de su esposa debería ser lo más fácil del mundo.
—Voy a comprar las más bonitas —dijo Loid, determinando su decisión mientras Anya sonreía, satisfecha con su respuesta.
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Nota de la autora: Lo que siempre vemos relacionado con Loid, Yor y las flores es algo natural. Pero me gusta pensar que él, en algún momento, tendría un dilema.