⚖️ ER 06 ⚖️

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Dionisio: Mía... sólo mía... mía María - apreté su cintura sintiendo esos deliciosos y calientes besos por mi cuello - no te imaginas cuánto te quiero María... cuánto te deseo... ¿y usted? ¿Me quieres?

María: Solo tuya...- sonreí y lo miré - un... sí quiero... mucho....- hablé acercando mis labios a los de él, le sonreí tierna y lentamente lo besé.

La tomé en mi regazo y la llevé a la cama, donde la acosté y la acosté sobre ella. La tomé una vez más sorbiendo de sus labios, con deseo y poco a poco fui bajando mis labios, recorriendo el camino de su joya rara. Al llegar entre sus piernas, las alejé y sin previo aviso comencé a besar su deliciosa joya, con tanto deseo, ella gemía en voz alta delirando de placer.

María: Un... Dionisio... aahhh...- gemía inquieta sintiendo sus besos allí... no entendía mucho lo que estaba haciendo, pero no quería que se detuviera... estaba tan sabroso aquel toque de sus labios en mi intimidad.

Toqué mi pulgar allí mismo en su punto g, presionándolo mientras mi lengua recorría toda esa extensión deliciosa y adictiva. No había un solo lugar que no pasara... cuanto más gritaba, más quería escucharla gritar.

Apreté la cubierta de la cama con fuerza y me arqueé loca de tanto placer. Llevé mis manos a su cabello, tirando de ellos con un poco de fuerza, gimiendo astutamente y sin control... Dios mío ¿qué boca era esa?

La tomaba cada vez más hambriento y deseoso de su placer. Cuando sentí que su cuerpo se convulsionaba en la cama, ya sabía lo que venía. Bajé la lengua hasta su pequeña entrada y pude sentir que esa deliciosa miel me contactaba. Me estremecí de pies a cabeza, la emoción solo aumentó. La tomé con cuidado porque sabía que aún era virgen, pero pronto dejaría de serlo. Volví a subir mis labios por su cuerpo, dejando pronto nuestros cuerpos bien pegados. Qué delicioso era sentirla así.

Lo miré roja, sintiendo mi respiración totalmente desabrochada y mi intimidad palpitante. Había sido magnífico e inexplicable la sensación que me hizo sentir. Sin poder controlarme, lo besé con gusto y voluptuosidad.

Sonreí sintiendo el hambre de sus labios hacia los míos. Me acomodé entre sus piernas y con una de mis manos, llevé mi miembro hasta su intimidad, poco a poco penetrándola. Fue una sensación tan explosiva pertenecer y habitar a esa mujer que nunca había sido de otro, sería solo mía. Sentí que la pequeña barrera me impedía, pero forcé un poco más y pronto pude sentir a todo mi pequeño amigo habitar en su ser.

Levanté mis piernas sujetándolas a su cintura, mientras metía mis uñas en sus brazos, apretándolo con fuerza. En ese momento sentí que mis ojos dejaban rodar algunas lágrimas cuando lo sentí entrar dentro de mí. Sentí como si me rasgara la carne, pero pronto comenzó a aliviarse.

María: Un...- gime angustiada por el dolor.

Dionisio: Va a pasar - susurré mirándola - sólo relájate... si quiere, me detendré.

Lo hice con la cabeza y lo miré. Solté lentamente sus brazos y suspiré pesado, poniendo mis manos a la altura de mi cabeza, tratando de estar bien relajada.

Besé sus labios con amor, haciéndola olvidar al dolor. Lentamente comencé a moverme en su interior convirtiendo aquel dolor en placer.

Cuando comencé a sentir que el dolor desaparecía, bajé las piernas con calma apoyándolas en la cama y gemí en sus labios, sintiendo un placer incomparable.

Bajé mis labios hasta su seno tomándolo con voluptuosidad. Al mismo tiempo que iba aumentando gradualmente mi movimiento en su cuerpo, sentía el placer de cuidar de nosotros dos. Sabía que estaba tan emocionada como yo, sentía que su cuerpo daba señales de ello y era gratificante. Sabía que lo estaba haciendo correctamente y que lo estaba disfrutando.

Por puro instinto, sentí que mi cadera se movía lentamente debajo de él, ayudándolo en ese magnífico movimiento y gemí alto, arqueándome un poco. Me estaba saliendo de mí, me estaba volviendo loco con cada embestida de él. Como era bueno sentirlo de esa manera, nunca pensé que hacer el amor fuera tan bueno.

Fui a su otro seno chupándolo con la misma proporción. Pero la emoción fue tal que dejé caer su pecho gritando de placer. Necesitaba amarla de todas las formas humanamente posibles. Salí de dentro de ella y le puse a cuatro patas en la cama, dejando su trasero bien tirado.

Dionisio: ¿Confía en mí? Te Prometo que será tan placentero para ti como para mí - susurré al detenerme en ella - amarás de esa manera y de todas las demás - insinué a mi miembro en su entrada y pronto lo invadí con ansia.

María: Aahhh...- me tiré un poco y luego volví mi cuerpo cerca del suyo, haciendo un ajuste perfecto... apreté las sábanas con fuerza y cerré los ojos sintiendo esa maravillosa tortura - un... Dionisio... su... su desvergonzado.

Dionisio: Un desvergonzado que te ama - susurré travieso... la sostuve en su cintura y comencé a invertir en él con gusto, escuchando el impacto de nuestros cuerpos apoderarse de la habitación.

Sentí que mi cuerpo se movía con cada choque de nuestros cuerpos y no pude quedarme quieta, porque con cada embestida se formaba un gemido en mi garganta. De medio a fin, yo le estaba ayudando en aquel encuentro maravilloso de nuestros cuerpos.

Continuamos allí en ese magnífico baile por unos minutos, aumentando nuestro placer. Cuando sentí que su cuerpo se ablandaba y pronto su intimidad se contraía, me volví loco. Me moví mucho más fuerte e intenso. Y fue gritando como loco que llegué al placer junto con ella. Derramé hasta la última gota de mi placer y caímos en la cama sin aliento. Fue el mejor y único momento de amor que una mujer me había proporcionado y qué momento. María me estaba volviendo loco de amor.

Simplemente se volvió en la cama llevándome, haciéndome sentarme sobre él allí, sin que él saliera de mi interior... un ajuste perfecto... Sentí sus manos en mi cuerpo y sonreí tratando de estabilizar mi respiración... sentía que mi intimidad palpitaba y que todo mi cuerpo temblaba... fue tan maravilloso, aunque fue doloroso al principio.

María: Dionisio...- gemi en voz baja - fue maravilloso.

Dionisio: Sí, mi amor... maravilloso - susurré caminando lentamente por su cuerpo con mis manos - ¿Te sientes bien? - le besaba como podía.

María: Sí...- sentí que mi cuerpo se estremecía y sonreí sintiendo sus caricias - nunca me sentí mejor.

Dionisio: Somos dos... de todo lo que he vivido... me has llevado a otro mundo y es en el que quiero vivir... es contigo con quien quiero estar... Cásate Conmigo María - hablé de una vez - te juro que ya no sé si puedo alejarme de ti... en pocas horas me hizo completamente dependiente de ti... de tu amor... de todo lo que viene de ti.

Lo miré como pude y le sonreí sin creerlo.

María: Vamos con calma... vamos a conocernos mejor... no podemos tomar una decisión así por impulso... no voy a huir para que te quedes en esa prisa.

Dionisio: Lo siento - suspiré - voy a tratar de tener calma María... yo... es solo que esto es nuevo para mí... he pasado por muchas cosas... pero tienes razón - suspiré.

María: Hey...- me senté sobre él, haciéndolo salir de mi interior y me acosté sobre él nuevamente, mirándolo - no necesita quedarse así... todo esto también es muy nuevo para mí... solo quiero tomarlo con calma... no quiero que más adelante, terminemos lastimados...- le acaricié la cara - pero no quiere decir, que no vamos a intentarlo.

Dionisio: Lo sé - le toqué la cara - te prometo que iré con calma... que lo intentaré y si no quieras, te dejaré... será difícil, pero lo haré.

Continúa...

⚖️ El Remate ⚖️ - Maria y Dionisio (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora