Capítulo 26

718 75 10
                                    

Después de la ducha, nos cambiamos y nos dirigimos hacia el Maserati. Comeríamos afuera y recorreremos la carretera por unas horas. La idea de relajarse a solas en el auto junto con el rubio le encantaba. Quería quedarme para siempre en este fin de semana junto al portero y olvidarme de los exámenes finales. Cuando Andrew arrancó el auto, me relajé en el asiento y me tomé el tiempo de pensar sobre lo que hicimos en la ducha.

Fue una sorpresa grata para Neil que el rubio haya decidido acompañarlo. Ver por primera vez después del accidente el torso del rubio no solo lo calentó, sino que lo hizo sentir esa presión en el pecho que poco a poco se iba acostumbrando a ella. No pudo evitar observar al hombre a su lado, su ahora relajada postura que lentamente iba apareciendo cada vez más, nada comparado a los aires de amenaza que soltaba los primeros días, aquellos en los que miraba al portero con desconfianza. Aquellos en los que no estaban juntos y no eran parte de sus vidas.

Neil se agradece por sentir curiosidad en la excelente habilidad del rubio, en querer comprender qué es lo que lo había llevado el año anterior a ser el mejor portero de la NCAA a prácticamente no moverse en la portería de los entrenamientos. Querer comprender su desinterés, su falta de algo que lo moviera a entrenar.

Entender la paciencia del entrenador sobre su comportamiento, en no exigirle igual que al resto. Wymack sabía que Andrew estaba sufriendo, y lo dejó ser, sabiendo que la curiosidad de Neil y el tiempo podría solucionar aquello que la pérdida de memoria se había llevado. Ahora tenían más sentido las palabras del entrenador en el último partido de temporada para los foxes. No eran palabras de aliento por la pérdida del partido contra los troyanos, sino que eran palabras solo para él.

Lo hiciste de nuevo, chico. Lo lograste.

Creyó que se refería a llegar tan lejos nuevamente, como compañero y vicecapitán, pero ahora pensándolo nuevamente, la suavidad de los ojos del entrenador indicaba que estaba hablando del rubio, y luego de ver la tranquilidad de Andrew, sabe que se refería a ellos.

-Deja de mirarme- dijo el rubio, interrumpiendo sus pensamientos. A pesar de tener lentes de sol y mirar continuamente la carretera, aún pudo sentir la mirada de Neil en él.

-¿Qué puedo decir? Sos una vista más interesante que la ruta.

-También podrías dejar de hablar- la falta de molestia en su voz le dijo a Neil que no lo decía en serio, y la mano que apoyó en su muslo lo reafirmaba.

Lentamente y con suavidad, el pelirrojo puso su mano sobre la de Andrew, dándole la posibilidad de retirarla si quería. No lo hizo, logrando que el pecho de Neil volviera a saltar. Dirigió su mirada hacia la ventana, haciendo círculos sobre la piel de Andrew. El tacto lo llevó nuevamente hacia la ducha de hace unas horas. Pensó en la confianza que le brindó el rubio al no solo quitarse las bandas, sino también la remera, otorgando más piel de lo que había visto desde que perdió los recuerdos. Imágenes de brazos envueltos en bolsas y tela negra mojada por la ducha se arremolinaron en su mente, tomó todo lo que recordó y lo reprodujo en su mente. Ansiaba recuperar sus recuerdos, conocer el avance que tuvieron de simplemente quitarse las bandas a bañarse juntos sin remeras. Sintió sus mejillas arder al pensar si el rubio había ya mostrado aún más piel en los meses anteriores.

En el roce de sus dedos quiso transmitir todo su agradecimiento, no solo por la paciencia del rubio con él, frente a su odio y desconfianza, también por volver a permitir que pudiera acercarse a él, volver a hablarle aunque no lo haya hecho por dos semanas con nadie más, por volver a confiar y mostrar partes de él que permiten que el pelirrojo vuelva a recordar, porque sabe que todo lo que hace Andrew es porque él también quiere que recuerde, lo quiere a su lado. Aunque no lo digan en palabras, Neil sabe que por sus acciones es cierto.

Instante - AndreilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora