Extra.

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—¡Cállate! ¡Cállate ya! — Fueron los gritos de Rosé que retumbaron el sitio abandonado y su victima arrodillada frente a ella pidiendo plegarias. Raro, debido a la posición que dicha mujer siempre mantenía, pero al su vida correr peligro y estar en manos de quien le apuntaba con un arma se vió en tales apuros por tratar de al menos intentar conservar su vida. 

—R-Rosé, no tienes porque hacer esto. T-tú no eres así.—Hipeó.

—¡Tú no sabes nada acerca mío! Así que deja de suponer cosas.—Ante mis ojos, Rosé no parecía para nada mantener la calma, solo enloquecía más con mis palabras, lo que solo debería apaciguarla no aumentarla. Por más que intentara pensar que Rosé era un ser humano no quedaba ni un rastro de humanidad en ella. Por como se sobaba la cien con la pistola, luego la cabeza como si analizara como asesinarme y por último, apuntarme.— Me quitaste a lo que más amaba en este puto mundo.—Todos tenemos algo que perder, por ejemplo, yo ahora estoy apunto de morir en manos de una mujer que está obsesionada con casarse con alguien con prestigio.— Pero no sabes, porque justo puedo adivinar que piensas que es por el puto prestigio. Quizás en parte tengas razón. Solo imagínate, crecí sin lujos pero tuve la oportunidad de ingresar a una escuela buena por una beca por un chantaje de mi madre, al menos no perdió el toque.—Rió con cierta maldad en sus ojos.— Conocí a JungKook, era el hombre más hermoso de toda la secundaria, aparte de ser millonario, por supuesto, tenía un encanto a morirse. —Bueno, al menos ahí le brillan los ojos.—Pero llegaste tú, siempre pegada a él como chicle, solo pensé que era porque crecieron juntos como hermanos, pero no.—Su mirada de odio volvió a mí y continuó.—Los he estado siguiendo todo momento, cada beso y caricia que él te ha dado los he presenciado yo, ¡Y no sabes cuánto me repugna en todo mi ser no ser esa mujer!—Apretó más su arma afianzada esta vez en mi cabeza.

Comprendí que... el amor nos hace daño cuando no amamos a la persona correcta pero nos aferramos a ella inútilmente. Quizás esperando que esa persona pueda cambiar de perspectiva y volver a nuestros brazos, porque las mujeres somos así, amamos con tanta fuerza que asusta.

Cuando nos hacen daño, perdonamos, intentando dejar ir pero todo sigue allí. Porque no hay algo más doloroso que el ser rechazado e insistir en permanecer como si no hubiese un mañana y nuestro aliento dependa de la existencia de aquel hombre.

Pero con esto, también comprendo que... debemos de amar cada parte de nosotras mismas como tal pieza de arte antes de amar a alguien más. Mirando a Rosé destruida y perdida en su propio laberinto me hizo entender un poco su dolor, pues, su propia pintura ha sido rota sin reparo alguno y para ello, necesita emprender un largo camino. 

Porque amar así duele y quema. Porque amar a ciegas sin cuidarnos y sin perder nuestra dignidad en el intento, es más que morir.

Como si nos suspendieran el oxígeno por un tiempo indefinido.

—C-ciertamente te entiendo. Y-yo...—Le miré con mis orbes llorosos buscando cierta mirada de debilidad o calma.

—¿Entenderme tú? ¿A mí?—Resopló.—Nunca lo has hecho, siempre pensabas en ti misma. Cuando JungKook se preocupaba por ti, tú solo insistías en andar jugueteando por el jardín de la escuela y cuando no, lo preocupabas porque te saltabas la comida y todo por... ¡Por tus caprichos! ¡Nunca maduraste!

Pensé que crecí en ese entonces.

Pero sus palabras tan crueles me hicieron dudar hasta de mi misma.

—Y ahora... ahora dices que me entiendes.—Muerde sus labios.—De no ser porque te he tratado como la mierda que eres, lo que acabas de decir no lo hubieses dicho jamás, si quiera pasaría por tus pensamientos, así que, si estas son tus últimas palabras da por hecho que estás muerta, sola, vacía y sin quien te recuerde.—Jaló el gatillo dispuesta a disparar.

AMANTES DEL PELIGRO⚠️ | JJK [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora