XLIX

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Había descubierto que tenía poca paciencia.

Las cosas de la boda estaban causándome estrés.

Pedri siempre intentaba ayudarme en todo lo que podía, aunque a veces acababa yéndose para que no le tirara con el mando de la televisión.

Su madre había sido de gran ayuda y sinceramente lo agradecía.

Se había dejado caer por aquí para ayudarme, pero había tenido que ir a Tenerife unos días, así que hacerlo sola estaba siendo algo difícil.

Pedri entró por la puerta cuando yo estaba a punto de pegarme un tiro.

Se acercó a mí y me miró fijamente.

– Cariño, deberías darte un descanso. Esta noche vamos a salir a cenar ¿vale?– murmuró besando mi frente.

– No quiero que salga nada mal.

– Alba, me importa bien poco la decoración. Con verte vestida de novia y dándome el "sí quiero" habré ganado en la vida.

Sonreí y me colgué de su cuello.

Me agarró cogiéndome en brazos y subió las escaleras para entrar en nuestra habitación.

Me dejó sobre la cama y después se quitó la camiseta tirándomela.

Me reí y la aparté de mi cara.

– Voy a ducharme, después entras tú y luego nos vamos a cenar.

Lo miré fijamente y asentí.

Últimamente estábamos saliendo poco de casa juntos, porque entre los preparativos de la boda y sus entrenamientos era algo casi imposible.

Lo vi entrar al baño y solté un suspiro.

Un rato después salió peinándose y entré yo.

Al terminar nos vestimos y nos montamos en su coche.

– ¿Que quieres cenar?– preguntó mientras conducía.

– Me da igual, mientras te tenga de acompañante.– murmuré sonriendo.

– Claramente soy el único acompañante.

– Bueno, tengo un amigo que quiere quedar para cenar.

Le vi mirarme de reojo y entonces puso una de sus manos en mi muslo y lo acarició en círculos.

– Pues ese amigo tuyo tendrá que vérselas primero con tu prometido y con mi puño.

Me eché a reír y le agarré la mano.

Llegamos a un restaurante y me abrió la puerta.

Bajé y me agarré a su brazo para entrar.

Estuvimos cenando tranquilamente y después decidimos dar una vuelta.

Íbamos paseando por la calle tranquilamente mientras yo me agarraba de su brazo.

Vi a una pareja correr detrás de un niño pequeño y me eché a reír.

– ¿De qué te ríes?– preguntó Pedri a mi lado.

– Aquellos dos.

– Seremos nosotros en unos años.

Lo miré fijamente.

– ¿Unos años?– pregunté mirándole.

– Bueno, cuando tú quieras. Sinceramente no hay cosa que más quiera que tener niños contigo.

Lo miré sonriendo y me agarré a su brazo más fuerte.

– Si van a ser como tú no estoy tan segura.– murmuré sonriendo.

𝐒𝐔𝐏𝐄𝐑𝐍𝐎𝐕𝐀 +18 | Pedri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora