cinco. ♡

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taerae salió antes de la biblioteca para volver a su aula ya que había olvidado algo, los demás dijeron lo esperarían en el club y él estaba bien con eso, así que se dirigió a su salón.

últimamente los pasillos estaban llenos de posters anunciado el tan esperado festival donde cada club se presentaba, por eso también las reuniones con el club eran diarias. sabía que a algunos les podría parecer repetitivo, como a hanbin, pero a ellos les gustaba, y esta vez habían pedido recomendaciones de canciones para presentar, así que estaba algo emocionado si le preguntaban.

pero, por más que tratará de concentrarse solamente en el festival y la presentación, no podía. todo por culpa de cierto chico del club de danza. taerae comenzó a convencerse que simplemente era curiosidad, por él, y por la razón por la que parecía que aún no lo delataba.

o eso creía, no había encontrado aún nada asqueroso en su mochila, y eso le decía mucho.

había llegado antes de lo que creyó al aula y ya había tomado los papeles que olvido, cuando la puerta se abrió y lo hizo girar, creyendo que era algún profesor.

no creyó que sería justamente él.

— ¿eso es mío? — se acercó con confusión, y algo de molestia, cuando vio al contrario cargando una guitarra muy parecida a la suya.

el chico giro con sorpresa y lo vio con pánico, después negó con la cabeza. taerae frunció las cejas.

— ¿“no”? — taerae se acercó, esta vez haciendo que el chico retroceda. era gracioso, porque él era más grande que taerae. — es mía, ¿por qué la tienes?

el pelinegro pareció pensar algo antes de dar un paso hacia adelante, sorprendiendo a taerae. — ¿por qué echaron tinte rosa en los botes del shampoo? — taerae frunció las cejas, pero después desvío la vista.

— ¡yo pregunté primero! — lo señaló, ignorando lo que el más alto dijo.

hubo un minuto de silencio donde parecía haber una guerra de miradas, y ninguno tenía intención de perder. entonces taerae se acercó para quitarle la guitarra de las manos, pero el más alto la alejó, haciendo molestar al más bajo. así comenzó otra “pelea”, donde taerae hacia lo imposible por obtener su guitarra de vuelta y el pelinegro, por alguna razón, se negaba a dársela.

— ¡sólo dámela! ¡es mía! — se quejó taerae, esta vez yendo directamente hacia los hombros del chico, empujando al mismo por estos.

todo sucedió tan rápido que los ojos de taerae sólo podían estar fijos en como si guitarra caía al suelo, ignorando totalmente que el chico delante suyo había tropezado y estaba en el suelo, pero que había tomado su brazo antes de caer y ahora taerae estaba casi encima suyo en una posición para nada cómoda.

probablemente si fuera alguien más le habría contado a matthew y entre los dos hablarían por horas sobre que parecía una escena sacada totalmente de algún libro o película de romance, pero a taerae no le parecía para nada buena idea contarle a matthew, o a cualquiera, sobre esto. más que nada para mantener su dignidad.

así que si alguien preguntaba si sucedió, o si taerae se había sonrojado hasta las orejas, él no negaría, por su propio bien. y sabía que el del chico debajo suyo también.

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taerae estaba en uno de los bancos pegados a la pared con su guitarra en manos, el pelinegro estaba pegado a la pared cerca de la puerta. ninguno había salido del aula porque la incomodidad no los dejaba, y más que nada porque justamente habían empezado las reuniones de clubes, y también era cuando muchos alumnos salían de sus clases así que en los pasillos todavía habían alumnos.

salir del mismo salón y con el rostro rojo no traería nada bueno.

— ¿por qué no les dijiste? — taerae habló, sus ojos fijos en su guitarra. cuando no recibió respuesta, completó. — sobre la otra vez... en las duchas... — vio de reojo al pelinegro.

— no lo sé, ¿debía decirles? — taerae se quedó en silencio. — ¿tu vas a decirles?

taerae suspiró y se puso de pie. — no, no lo sé, supuse que les dirías. — finalmente miro al contrario, pero este seguía viendo hacia el suelo. — y estoy seguro que ellos ya saben que fueron ustedes. —

justo en ese momento su celular comenzó a sonar, varios mensajes llegando; primero eran preguntando dónde estaba, pero después solamente era hao diciendo que se habían llevado sus instrumentos. después sólo eran insultos, y taerae no se molestó en leerlos todos.

— no les diré. — el chico lo mira esta vez. — te devuelvo el favor. — taerae le da una vaga sonrisa, pero pronto la borra, saliendo rápido del salón con vergüenza subiendo por su cuello en un tono rojizo.

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gunwook encontró a gyuvin en la entrada del colegio, yujin sentado a su lado jugando con una flor.

— ¿dónde estabas? — gyuvin se pone de pie, cruzándose de brazos. yujin los mira desde su lugar.

— tuve que ir al baño. — rasca su nuca.

yujin se asoma por detrás del mayor. — ¿y la guitarra?

gunwook se encoge de hombros. — la deje en un salón. — yujin achica los ojos, incrédulo, pero después asiente, haciendo que gunwook suelte un suspiro de alivio.

los tres chicos van de vuelta al salón del club de danza, y en todo el camino gunwook sólo puede pensar en el castaño de sonrisa bonita. sabiendo que otra vez no podría sacárselo de la cabeza.

tropiezos | gunraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora