Capítulo 6

121 12 1
                                    

Cuando Sana despertó, estaba tranquila, relajada; lo que había descubierto era como una pesadilla, pero aunque sabía que era cierto, eso no la perturbaba. Ahora se sentía bien, sabía que Tzuyu era una asesina, también sabía que había hecho el amor con ella y que la había hecho sentir cosas que hacía mucho tiempo creyó que no volvería a sentir... y era alta, atractiva, fuerte y una asesina, "No sé qué droga me dio, pero debe ser muy buena" pensó Sana.

Hola —su voz la sacó del trance, pero no se sobresaltó, ni sintió miedo. —¿Cómo te encuentras?

Bien, un poco adolorida— contesto Sana, mientras se masajeaba el cuello

Es normal, tienes unos cuantos moretones por todo el cuerpo, peleamos duro. Lo siento, me pase, a veces no controlo mi fuerza.

¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? Me siento como si hubiera sido semanas, esa droga debe ser buena.

Si, bueno es cosecha propia: cóctel de fármacos sedantes y ansiolíticos. —Dijo Tzuyu, acercándose a Sana.

Tenemos que hablar, es necesario que pongamos solución a esto —Tzuyu se sentó en la cama y le apartó un mechón que le caía en la cara.

Lo sé, por eso te he dejado dos días sedada, quería que te tranquilizaras —dijo Tzuyu tomando las manos de Sana —Yo... te amo.

Tzuyu, yo no puedo corresponderte —dijo Sana soltándose de las manos —no con lo que sé de ti. Quizás podría dejar de temerte, pero eso siempre estaría ahí.

Pero no tienes porque tener miedo de mi, yo no podría hacerte daño, antes moriría.

Sana no sabía que responder a eso. Tzuyu volvió a tomarla de las manos, pero ella se safo y se levantó de la cama, su mente estaba trabajando, si se quedaba viviría con miedo y si trataba de huir podría morir en el intento, ninguna opción era buena.

Vamos, sé que sientes algo por mí, quizás no sea amor, pero podría serlo... ¿Podrías enamorarte de mí? —Tzuyu preguntó, pero Sana no podía contestar. —Está bien, no te preocupes, sé que esta situación prolongada lo único que haría con nosotras sería destruirnos a ambas y no quiero eso y sé que tú tampoco —dijo Tzuyu mientras le tomaba la mano.

Era tan tierna ahora, sin duda Sana sabía que hubiera podido enamorarse de ella, pero ese miedo lo tendría siempre en mente. ¡Maldita sea, había matado a una docena de mujeres!.

¿Qué solución propones?— preguntó Sana

Como no sabes donde estamos, ni donde trabajo... te voy a dejar libre —dijo Tzuyu y de forma inconsciente una sonrisa aparición en el rostro de Sana —con una sola condición.— Sana dejó de sonreír.

¿Cuál? — Sana estaba emocionada y nerviosa al mismo tiempo.

Si algún día volvemos a encontrarnos, serás mía para siempre.

La propuesta sonaba bien, pero Sana era lista.

Pero eso no es justo, ¿que te impide buscarme? Qué digo buscarme, sabes todos mis pasos, donde trabajo, donde vivo...creo que es una condición un tanto ventajosa para ti.

No, lo dejaremos en manos del destino, yo prometo que no te buscaré y tú debes prometerme que no contaras nada de esto a nadie. Nunca.

¿Y esas mujeres? —Sana no podía dejar de pensar en las otras antes de ella

De ellas tampoco debes preocuparte, sus familias las enterraron hace tiempo y según el informe policial ninguna fue asesinada, también me he deshecho de todo lo que encontraste abajo... es como si no hubiera ocurrido. —dijo Tzuyu

Pero ocurrió, ellas están muertas.

Sana, déjalo, no volvamos a empezar. Están muertas y olvidadas y no ocurrirá de nuevo, te lo prometo. No volveré a matar. — Parecía sincera y si no había delito, la policía no la buscaría...

Lo tienes todo bien calculado, pero ¿cómo voy a explicar mi desaparición?

Te encontrarán en la montaña donde se supone que desapareciste, dirás que te encontraron unos cazadores y que han estado incomunicados en su cabaña por el mal clima... lo demás lo dejo a tu imaginación. —dijo Tzuyu

Gracias — dijo Sana y la besó apasionadamente, más de lo que hubiera querido.

¿De verdad que no quieres quedarte? — le pregunto Tzuyu acariciándola de nuevo, esperando que Sana cambiara de opinión.

Lo siento, no puedo.

Está bien, pues vamos.

Ella se vistió con la ropa que había traído el primer día y una campera de Tzuyu, bufanda, guantes...cuando estaba ya en la puerta para salir Tzuyu la tomó en sus brazos, apretándola contra su cuerpo.

Voy a echarte de menos... última oportunidad para quedarte.

Lo siento — susurró Sana por segunda vez antes de que Tzuyu la besara apasionadamente, mientras ella sentía un leve pinchazo en el cuello.

Tenía que sedarte, no podía arriesgarme a que veas dónde estamos. Adiós, mi amor.

Y de nuevo Tzuyu la tomó entre sus brazos, mientras todo se volvía oscuro otra vez. 



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Secuestrada  (SaTzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora