VI

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Los rayos del sol le daban con fuerza en toda la cara, cerró los ojos con fuerza, generalmente le gustaba el sol, pero en estos momentos no.

Sentándose en la cama, se restregó los ojos y miró con el ceño fruncido en dirección a su ventana, el sol estaba en todo su esplendor. Soltó un suspiro de derrota y se levantó.

Hora de existir un día más, que emocionante.

Recogió una toalla y su ropa, caminó directamente al baño para darse una ducha, al salir ya estando seco y vestido, pasó sus manos por su cabello, no perdería tiempo intentando peinarse.

Mejor lo sacudió, se puso los lentes y suspiró por segunda vez, recién empezando su día.

Por lo menos esta vez no tenía que huir del demente.

Ah, sí, el demente ahora vivirá con él. Su vida no podía ir en mejor dirección. Esta vez es su culpa, nadie le dijo “Harry, ayuda al psicópata obsesionado por matarte”

Aquí estaba, pensando cómo podían empezar a convivir, ¿quién intentara matar al otro primero? Aunque si lo pensaba bien, no le disgusta porque ya habían jugado por años, ahora no sería diferente.

Pero esta vez serían ellos dos, sin testigos, mortifagos, estudiantes. Ante ese pensamiento, sintió la emoción recorrer su cuerpo.

Respiró con fuerza, debería dejar de pensar así, tenía que mantener la compostura, no se dejaría de Tom.

No lo hacía desde hace años, cuando sólo era un niño, ahora no sería la excepción. Con una pequeña sonrisa salió de su habitación.

Ya en el pasillo, fijó su mirada en la puerta de la habitación de Tom, ¿estaría durmiendo?, ¿él realmente duerme? Dejando sus preguntas de lado, siguió caminando.

Una tostada y un té, sería un buen desayuno. Comenzó a preparar el té, se detuvo unos segundos a pensar si le preparaba algo a Tom.

No, ya ayer le había preparado, él puede hacerlo si quiere. Recogió su té ya preparado, le dió un ligero soplido y bebió.

El líquido caliente bajó por su garganta, sin dudas el té es uno de sus mejores amigos. Vio por la ventana a sus flores, por fin podía regarlas él.

Durante su tiempo en Hogwarts, Dobby era el que lo hacía, pero ahora él podía hacerlo. También tenía que revisar su invernadero, había muchas cosas que hacer hoy.

Quizás, podría llevar a Tom con él, sí, eso haría. El gran Lord Voldemort recorriendo un invernadero, era de reír.

Soltó una pequeña risa.

—¿Con quién te ríes?

La voz de Tom detuvo la risa de Harry, quien alzó su cabeza para ver al de ojos rojos parado frente a él, ya no cargaba su camisa negra, ahora cargaba una azul oscuro.

También notó que parecía buscar con la mirada a alguien más, estaba buscando con quien se estaba riendo Harry.

—Buenos días, Tom —saludó, mientras llevaba su último pedazo de tostada a la boca.

—Buenos días, Harry Potter —dijo, y se acercó para tomar asiento en una de las sillas de la cocina.

El menor frunció el ceño, no le gustaba eso de su apellido, sonaba muy formal, no eran amigos, pero ya no se querían matar. Podían decirse por su nombre, él ya lo hace.

—Dime Harry, Potter es muy formal —comentó.

Recogió su plato junto a la taza, los lavo y los acomodo.

Iguales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora