VII

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De repente su postura se tensó, lo escaneó con la mirada. Una simple pregunta había logrado que Harry se pusiera así.

Había salido del cuarto después de escuchar una pequeña risa viniendo de la cocina, bajó y lo primero que sus ojos vieron. Fue al mocoso con sus mechones  aún húmedos, esparcidos por todos lados

Tenía en sus manos una humeante taza de té, y el sonido de su risa se estaba esparciendo por toda la cocina.

Se preparó su propia taza, después de la salida de Harry hacia el jardín. Quien estaba regando sus rosas, al momento de terminar su té, salió para verlo (muy a su pesar), pero qué más le quedaba.

Y ahora están comiendo después de que el menor le mostrará todas sus flores, las cuales quizás le llamaron la atención, no eran la cosa más hermosa, simplemente eran agradables a la vista.

Observó como Harry seguía comiendo, pero aún tenía su postura rígida, él había tocado un nervio y ahora quería saber, por qué había reaccionado así.

Él se conocía, cada vez que la espina de curiosidad lo inca. No había manera de que se detuviera hasta saber todo .Pero esto no era un libro, una investigación, o un rumor. Era Harry Potter de quien estamos hablando, había pasado de querer matarlo a querer saber de él

—¿Sobrevivir? —preguntó.

El otro tragó agua, y después de unos segundos respondió:

—Sí.

No respondió más, y siguieron comiendo. Hasta que Harry se levantó de la mesa con su plato y vaso.

—Ire a leer, puedes hacer lo que quieras, estaré arriba. —La voz de Potter se oía rígida, parecía disgustado, enojado. Pero, ¿por qué?, ¿qué había en su pasado?

Lo observó dejar los platos y salir a pasos veloces de la cocina. Ahora le quedaba más claro, había tocado un nervio, miró su plato casi vacío y lo levantó para dejarlo en el lavaplatos.

Se dirigió hacia el sofá, como no tenía nada que hacer, podía meditar por unos minutos. Se sentó y cerró los ojos. Pero su mente seguía dando vueltas por las preguntas, ¿qué escondía el mocoso? 

Meditando unos segundos, pensó que podia experimentar esa extraña conexión que tenía con el mocoso, dirigió todos sus pensamientos hacia un punto en su mente. Respiró hondo y se concentró.

Durante unos minutos sin nada, encontró algo en su mente. Una puerta pequeña de madera estaba a la vista, se acercó y al abrirla encontró diferentes esferas de luz, variaban en tamaño, todas estaban cubiertas de neblina. Extendió su mano y tocó la más cercana a él. En ese instante fue envuelto por una espesa bruma.

Ahora estaba parado frente a una tienda, que se le hacía conocida. Lo vió ahí. Era el mocoso, pero ahora más pequeño, llevaba una camisa mucho más grande que su cuerpo y su cabello igual de desastroso como siempre. Estaba recibiendo su varita del viejo Ollivander.

«—Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter, y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dió otra pluma, sólo una más».

El viejo miraba directo hacia el mocoso, quien lo miraba desconcertado. Tom podía reconocer fácilmente la curiosidad en esos ojos verdes. Pero antes de que pudiera terminar de ver el recuerdo, la niebla lo arrastró de nuevo.

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