Consuelo

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Por ahí, entre tanta gente ahí está ese consuelo.

Un consuelo en el que confío.

Un consuelo gentil, cálido, comprensivo.

Consuelo al que, de vez en cuando le dedico lo que escribo.

Un consuelo que me dice que no está mal llorar, que es peor si no saco las lágrimas.

Un consuelo que no me ve como alguien débil y frágil cuando le hablo de lo confuso que se siente mi corazón.

Que considera que soy fuerte al hablar sobre lo que yo considero mis debilidades.

Un consuelo al que le estoy profundamente agradecida, por cada vez que los pensamientos son demasiado fuertes y soy incapaz de devolver el favor, porque mis escritos no son tan valiosos como me gustaría.

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