You're my best friend

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No habían sonado ni los primeros acordes de la canción cuando Crowley vió una sombra escurridiza acercándose a la puerta. Aziraphale entró a la tienda apresuradamente, dándose la vuelta para ver que nadie le había seguido hasta allí. La reacción de Crowley no se hizo esperar.

-¡¡¡No te había dicho que...

No había acabado la frase cuando escuchó un chasquido y vió como el uniforme de Aziraphale se había transformado en su traje favorito, aquel que llevaba vistiendo durante décadas.

- Siempre me han gustado los clásicos. - dijo con una sonrisa llena de orgullo.
- Supongo que ahora ya no soy un funcionario amargado ni un ejecutivo estirado, ¿verdad? - dijo mientras arqueaba una de sus cejas.
- Bueno, retiro lo de ejecutivo, pero lo de estirado y amargado... ya veremos. - los dos sonrieron al mismo tiempo.

Aziraphale alzó la vista y se detuvo unos segundos a observar la libería. Había estado tan ensimismado con sus pensamientos que ni siquiera había visto lo bonita que lucía esa noche. Sin duda, echaba mucho de menos aquel lugar.

Crowley observaba a Aziraphale mientras se dirigían a la mesa. Por primera vez en mucho tiempo, venía en sus ojos algo de vida. Por mucho que lo negara, aquel sitio era especial para él.

Nada más sentarse a la mesa, la mirada de Aziraphale volvió a tornarse fría. El queso, el vino... Tentaciones, otra vez.

-Crowley, esta no será... - dijo mientras dirigía la mirada a los platos. Crowley entró en pánico de repente.
- Bueno... - dijo Crowley con tono tembloroso - Digamos ... que estaban en rebajas. La había guardado para una ocasión especial, como un reencuentro con un viejo amigo.

Los siguientes minutos fueron invadidos por un silencio ensordecedor. La tensión se podía cortar con un cuchillo, ninguno de los dos sabía que hacer o que decir. Crowley estaba a punto de sufrir un ataque de nervios, la velada estaba yendo de mal en peor. Pero decidió romper el hielo, no le quedaba otra:

- Solía conocer a un ángel que tras ser salvado de la guillotina en 1793, devoró 6 tablas de queso como esta y 3 raciones de crêpes flambées.

- En 1793 aún tenía mucho que aprender. Los ángeles no necesitamos comer, y menos, por gusto - dijo en tono muy serio.

- Escucha, ángel... ya que ambos queremos tener un trato cordial, que mejor manera de empezar esto celebrándolo. Permíteme servirte una copa de vino, aunque sólo sea para brindar por nuestra amistad y por los viejos tiempos. Simplemente, un brindis, nada más.

- Si es por eso, no creo que una copita de vino me haga mal. - Aziraphale sonrió y le acercó la copa.

Lo que comenzó como un brindis se convirtió en una larga conversación, rememorando hazañas y anécdotas pasadas. Parecía la reunión de dos mejores amigos que habían estado sin verse muchos años. Aziraphale se dejó llevar y pidió una copa tras otra hasta que la acabaron por completo. Entre anécdotas y cotilleos nuevos por parte de Crowley, Aziraphale sucumbió a la tentación y comenzó a comer de la tabla de quesos. Cuando se percató, Crowley sonrió hacia sus adentros. Aziraphale seguía siendo el mismo, al fin de al cabo.

A night at... the bookshop? - Good Omens Donde viven las historias. Descúbrelo ahora