🎨Capítulo quince🎨

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Just call my name,

and I'm yours to tame.

-Elley Duhe.

Axel.

La tenía grabada en mi mente. Su risa que a pesar de escucharse baja y triste, seguía siendo jodidamente hermosa.

Podía verla bailar con su padre olvidándose completamente de las personas a su alrededor, y luego bromear con su hermano mientras bailaban.

En ese momento lo único que quería hacer era acercarme y robarla de los brazos de su hermano, estrecharla en los míos y ser el único que disfrutara de sus risas y su calor. Por Dios, estuve celoso de su propio padre y hermano por poder acercarse a ella sin sentir estar fallándose a sí mismo cuando lo hacen.

Porque así se siente estar cerca de ella, era como fallarme a mí. Fallarle al Axel que estuvo llorando por su abandono, el mismo que estuvo en noches de insomnio y el mismo que terminó retratando cada minúscula cosa de ella.

¿Entonces cómo podía fallarme a mí estando con ella si ella es la que me hace sentir yo mismo?

Estaba tan jodidamente confundido de no saber qué siento, la quiero lejos pero al más mínimo acto de evasión suya estoy furioso. No quiero que me mire pero si no lo hace estoy muriendo porque lo haga.

Maldición, Christine Müller.

Me obligo a arrastrar mis pies fuera de la cama, estoy seguro que tienen que ser más de las tres de la mañana. Es cinco de enero, hoy volvía a Estados Unidos.

Volvía para no regresar jamás.

Inhalo, levantándome luego de colocar mis pies en unas pantuflas. Enciendo la lámpara de la habitación y en cuanto tengo la luz mis ojos visualizan el cuaderno abierto, suelto un gruñido frustrado ante los ojos extremadamente azules que me reciben en cuanto poso la mirada en ellos. Tomo el cuaderno en mano, cerrándolo para luego lanzarlo hacia el armario. Llevo mi cabello hacia atrás en un bufido, me encamino a la puerta para luego salir de la habitación.

Camino tenso y perdido, no sabía hacia dónde se supone que iba, de lo que estaba seguro es que no lograría dormir esta noche/madrugada si seguía dando vueltas en la cama.

Como era de esperarse, todo estaba oscuro y por inercia, ante el hecho de que tenía que pasar por su puerta para llegar a las escaleras que disponía la casa para poder llegar a la cocina, mi corazón se aceleró.

Y me paralicé en cuanto noté la luz provenir por el espacio pequeño de la puerta. Sentí mis labios resecos, y por la ansiedad los relamí un poco. Mi respiración se entrecorta al no poder escuchar nada viniendo de la habitación, mis dedos se apoyan en la puerta buscando un apoyo que no tenía.

Percibía que caía nuevamente, era como estar siendo arrastrado por un imán y lo peor es que ni siquiera ponía resistencia porque yo quería caer. Una y otra vez.

Lo haría mil veces solo por ella.

Fue por eso que no me detuve cuando puse la mano en la manilla de la puerta y la abrí. Y tampoco me detuve cuando entré y cerré la puerta detrás de mí con seguro. Me fijé en su cama notando las sábanas desarregladas, ella no estaba ahí.

Me acerqué lentamente, tragando en seco.

¿Qué le diría si me ve aquí, joder? Después de todo lo que dije, ¿cuál sería mi excusa esta vez?

La lastimé, a pesar de lucir feliz y reírse con todos allá abajo, esa sonrisa no llegaba a sus ojos. Estos no brillaban y mucho menos lucían genuinamente felices. Esa chica de allá abajo no era mi chica sonrisas.

La inspiración de Axel Malik (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora